El año 2023 se nos está yendo, con luces y fuegos que ya han encendido militancias y posicionamientos, cuando faltan seis meses para las elecciones internas –constitucionalmente fijadas para el último domingo de junio- y faltan diez meses para la gran elección nacional, que se cumplirá el último domingo de octubre del entrante 2024.
El Presidente de la Confederación de Cámaras Empresarales, Ingeniero Diego O’Neill* ha observado que el gobierno tiene por delante más de 14 meses y que por tanto no es bueno que la atención se concentre en las elecciones que vendrán, ya que falta camino efectivo por recorrer.
Tiene razón el Ing. O’Neill*, puesto que 14 meses es casi la cuarta parte de los cinco años que dura cada gobierno.
Y tiene razón, sobre todo, porque no es bueno que, cada vez que asoma una elección nacional en el horizonte, el escenario público se llene de pulseadas por la imagen y por el poder y, paralelamente, se apague en los protagonistas el interés por discutir en profundidad y concentren la energía en pronunciamientos con visible signo político-electoral.
El sistema democrático-republicano que organiza nuestra Constitución reclama que los ciudadanos participemos no sólo en el acto solemne de elegir gobernantes, sino también en la acción diaria de resolver lo mejor, apeándonos de cintillos y prejuicios partidarios. Nos reclama un programa de vida donde pensar sea más importante que enrolarse en militancias excluyentes.
En definitiva, el Uruguay es uno solo.
Y puesto que el Censo ha probado que los uruguayos somos pocos, la obligación de cada uno como persona y el deber de todos juntos como ciudadanía es luchar por no ser poco.
Para eso, la elección entre los candidatos y los partidos es una herramienta irreemplazable, pero ninguna angustia militante y ninguna expectativa electoral debe hacernos olvidar todo lo que tenemos para pensar y lo mucho que tenemos pendiente y en común para antes y después de las elecciones del 2024.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.
* Oníl
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