No debe pasar inadvertida ni tomarse como normal la noticia de que el reciente 28 de diciembre, en Bélgica, se descubrieron dos mil ciento sesenta kilos de cocaína transportados por un barco que había pasado por Montevideo.

         Tampoco debemos limitarnos a comentar como anécdota pintoresca el hecho de que esas dos toneladas de veneno hayan llegado al puerto de Amberes escondidas entre alfajores y budines, de una conocida marca uruguaya.

         La dura realidad es que no es la primera vez que en Europa se incauta droga camuflada en barcos que salieron de Montevideo. Hace seis meses, concretamente en julio, se apresaron diez toneladas en Hamburgo, originarias de Paraguay y salidas al Océano desde nuestro puerto capitalino.

         A la captura se agregan detalles relevantes que, con su habitual solvencia, aportó la inconfundible voz de Tomás Friedmann. En el Informativo Carve de Fin de Semana, señaló que Amberes es el segundo puerto de Europa, que tiene 160 kilómetros de muelles y que recibe 10 millones de contenedores por año, por lo cual allí no se revisa más que un porcentaje mínimo de todo lo que transita… pero que –por acumulación de precedentes- Europol –la policía europea- dispuso que todas las cargas de todos los barcos que hayan pasado por Montevideo sean escaneadas exhaustivamente.

         Ello puede provocar demoras en la entrega de la mercadería honradamente exportada desde nuestro país, y eso es preocupante.,

         Pero mucho más preocupante es que ¡nuestro Uruguay! integre la nómina policial de naciones sospechosas de embarcar droga, por insuficiencia de los controles. En rigor, más que preocupante es deplorable.

         Sí, amigos oyentes: debemos deplorar que, al mismo tiempo que nos distinguimos por la estabilidad institucional, nuestro Estado de Derecho entregue jirones de su prestigio y quede inscripto en el listado de los que no controlan el crimen organizado.

         El bochorno de que Montevideo aparezca en la lista mundial de puertos réprobos debe impelernos a cerrar filas contra las drogas domésticas lo mismo que contra el narcotráfico internacional.

         Como personas individuales y como ciudadanía con voz republicana, tenemos el deber de unirnos para llevar los controles hasta lo mejor de la tecnología, urgiendo la puesta en marcha de los nuevos escáneres.

         Y tenemos la obligación de crear conciencia de condena a la infamia trasnacional del narcotráfico.

         Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.

Radio Clarín 580 AM – Uruguay · EDITORIAL CLARÍN Del 8 De Enero De 2024