Venezuela: despotismo o libertad.
Venezuela apresta a vivir este domingo las elecciones presidenciales que podrán cambiar –o no- el duro destino que hasta ahora sufre.
A lo largo del último año, han menudeado las noticias sobre decisiones del gobierno de Nicolás Maduro, por las cuales se ha inhabilitado candidatos y se han impuesto restricciones que, por lo menos, suscitan serias dudas sobre la limpidez del proceso electoral.
Esas dudas se acrecientan al advertir cuánto y cómo se ha limitado a los observadores internacionales. El Panel de Expertos Electorales de la ONU y el Centro Carter recibieron invitaciones, pero el gobierno de Maduro revocó en mayo pasado la invitación que había dirigido a la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea.
Todos sabemos que en países de democracia cuestionada, resulta crucial la presencia de delegados partidarios en cada mesa de votación, para evitar irregularidades y garantizar el escrutinio del proceso. Pues bien. El Consejo Nacional Electoral cambió las reglas del juego, y pasó a exigir que los observadores electorales sean electores en el mismo centro en que les toca votar.
A pesar de todas esas trabas y todas esas fallas, la oposición lucha y mantiene formalmente el compromiso de lograr una transición democrática que sea pacífica.
A esa esperanza debemos afiliarnos todos los que amamos la libertad.
El compromiso de los venezolanos con el derecho a votar y a elegir su destino exige el apoyo internacional en la defensa de sus derechos políticos.
Para nosotros los uruguayos, Venezuela fue refugio que recogió a nuestros perseguidos y a nuestros exiliados en tiempos en que allá había plena libertad y acá sufríamos el mayor despotismo de nuestra historia. Esa etapa generó lazos y gratitudes imborrables.
Por eso y por el bien de nuestra América toda, debemos seguir de cerca y con entusiasmo lo que ocurra el domingo en las urnas y en las calles y caminos de la tierra de Simón Bolívar, Andrés Bello y Rómulo Gallegos.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.