Contra el terrorismo, la libertad.
En la tarde de ayer, trascendió que en el Batallón de Infantería Paracaidista 14, ubicado a la entrada de Toledo, en el Departamento de Canelones, se encontraron restos humanos.
El cuadro fue muy similar al que se presentó cuando, en junio del año pasado, se descubrieron los despojos mortales de quien resultó ser la militante Amelia Sanjurjo, ubicados a sólo 170 metros de distancia de este nuevo hallazgo –el cual, a su vez, está a sólo 200 metros del lugar donde aparecieron los restos del maestro Julio Castro, vinculado al semanario Marcha, y del ciudadano Ricardo Blanco Valiente, destituido por tener certificado C y desaparecido tras ser apresado, en enero de 1978, en el modesto almacén de la zona de Sayago donde se ganaba la vida,
La aparición de estos nuevos restos, que ahora entrarán en el proceso antropológico de identificación, vuelve a interpelar a la conciencia pública sobre las resultancias del terrorismo de Estado que impuso la dictadura que sufrió nuestro país entre el 27 de junio de 1973 y el 1º de marzo de 1985.
En esa materia, el Uruguay está en deuda consigo mismo, porque consiguió la reconciliación política, estableció la confrontación pacífica en las urnas y con ello consiguió la rotación pacífica entre los tres lemas que en los últimos 39 años se han sucedido en el gobierno nacional. Logramos todo eso, pero nos quedó pendiente la deuda espiritual con los mártires.
Por causa de esas deudas pendientes, los restos de los asesinados por la dictadura aparecen de a uno, en una procesión dolorosa y hasta macabra, que debería imponernos, a todos, una revalorización del respeto y la libertad y una condena unánime a todas las formas de terrorismo: el terrorismo interno de Estado, el terrorismo en guerras internacionales y el terrorismo revolucionario del signo que sea.
La vida humana exige un pacto de convivencia que se concreta en el Estado de Derecho. En ese pacto debemos fundar la mejor esperanza institucional para nuestro amado Uruguay, por lo cual ningún ciudadano consciente puede dejar de estremecerse con el desfile tétrico de los despojos de asesinatos ocurridos hace casi medio siglo.
Esos despojos certifican patéticamente el valor de la libertad que, por encima de todas las diferencias, es el mejor voto que, en la Banda Oriental, el alma pronuncia.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.