En vez de “el paisito”, un gran país.

Como sabemos, en las elecciones internas del último domingo de junio quedó definida la candidatura de cada lema al cargo de Presidente de la República, que sigue generando la mayor expectativa en nuestro Uruguay con herencias de caudillismo.

Y en esta primera quincena de agosto están delineándose las listas de los ciudadanos que, dentro de cada conglomerado, van a disputar bancas de senadores y diputados en la elección a cumplirse el  domingo 27 de octubre, dentro de 74 días.

Igual que en la elección interna de candidato a Presidente, en esta etapa de acuerdos, pases y resurrecciones, asistimos a una nueva danza de nombres que se postulan para el próximo Parlamento, cada uno con su trayectoria, sus méritos y sus debilidades.

Esa danza de nombres integra el juego natural de la democracia. Para que haya vida republicana, es condición necesaria que surjan personalidades que conciten adhesión y siembren esperanza.

Es una condición necesaria, sí, pero no es una condición suficiente, porque el Uruguay necesita diálogo sobre ideas y un sentimiento común de finalidades construidas entre todos.

La Constitución de la República es mucho más que un código de procedimientos políticos: es un acuerdo de paz, es un programa para convivir, es un proyecto de vida nacional asentado en la capacidad para conciliar discrepancias e intereses por encima de sectores. La Constitución de la República implica una mística de libertad y una voluntad de engrandecimiento.

Y eso hay que tenerlo presente en tiempos electorales, para volver a darnos cuenta, todos, de que no somos un empequeñecido “paisito” sino el programa anímico de una nación que tiene grandes virtudes para profundizar.

Y eso sólo se logrará si además de nombres, enriquecemos la vida pública con idearios y diálogos que coloquen nuestras esperanzas más allá de los resultados -siempre inciertos y efímeros- de tal o cual campaña electoral.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.