La importancia de leer en serio.

El papa Francisco, que ya atraviesa el duodécimo año de su Pontificado, acaba de publicar una vibrante Carta sobre el papel de la literatura en la formación sacerdotal, y en ella hace una defensa de la lectura, de los libros y del pensar profundo. Allí sostiene ideas que sirven no sólo para el catolicismo sino para todas las personas, cualquiera sea su fe o su filosofía.

La carta señala que “Antes que llegara la omnipresencia de los medios de comunicación, las redes sociales, los teléfonos móviles y los demás dispositivos, la lectura era una experiencia espiritual frecuente Y eso no es algo pasado de moda.”

Señala Francisco que mientras en los medios audiovisuales el contenido aparece completo y da poco margen para enriquecerlo con la imaginación del espectador, en los libros hay mucho más espacio para el lector. ”En cierta forma, el lector reescribe la obra, la amplía con su imaginación, re-crea su mundo” y “utiliza sus habilidades, su memoria, sus sueños, su propia historia llena de dramatismo y simbolismo, y de este modo lo que resulta es una obra muy distinta de la que el autor pretendía escribir.”

Y agrega: “Una obra literaria es un texto vivo y siempre fecundo, capaz de volver a hablar de muchas maneras y de producir una síntesis original en cada lector que encuentra. Al leer, el lector se enriquece con lo que recibe del autor, pero esto le permite al mismo tiempo hacer brotar la riqueza de su propia persona, de modo que cada nueva obra que lee renueva y amplía su universo personal.”

La carta del Papa contiene conceptos mucho más amplios que los que caben en una nota editorial. Pero basta reparar en su defensa de la literatura como espacio de la libertad creadora, para sentir la alta calidad de las verdades que proclama.

Por mandato de la Constitución y por vocación popular, nuestro Uruguay es un país laico. Y esa laicidad nos impone compartir con franqueza las verdades de fondo, en vez de callar nuestra adhesión confundiendo “laicidad” con prescindencia del espíritu.

La realidad es que la vida pública necesita pensamiento vivo, y no va a encontrarlo en mensajes comprimidos sino en la lectura de libros clásicos o modernos, pero escritos con el alma y para el alma. La palabra leída en libros es una necesidad de primer orden, en una época que tiene en jaque al orden público espiritual que requiere toda convivencia en libertad.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.