A 67 días de las elecciones del 27 de octubre, se están completando los candidatos a legisladores y las uniones por sublemas. En el horizonte se acentúan las afinidades entre sí que tienen algunos postulantes. Asoma nítido también el distanciamiento entre correligionarios del mismo lema.

Cuando faltan apenas nueve semanas y media para la cita en las urnas, van quedando claras y definidas las listas entre las cuales tendrá que elegir cada votante. En cambio, no aparecen con nitidez las doctrinas que inspiran a los distintos agrupamientos.

Dicho de otro modo: hasta acá, la campaña electoral viene muy salpicada de nombres pero pobre en mensajes. En un país necesitado de crecer en calidad y no sólo en cantidad, tenemos choques de tuits, divulgación de denuncias y mensajes despreciativos hacia el adversario. En cambio, nos falta prédica de ideales, afirmación de principios y discusiones serias y conducentes sobre cuestiones patéticas que nos duelen a todos.

Las personas y las naciones cultivamos nuestros sueños y construimos nuestro destino a partir de las ideas que pensamos.

Por esa razón, los partidos, los dirigentes y todos los que hablan en voz alta y libre –que en el Uruguay, felizmente son y somos muchos- deben sentir el deber de contribuir a enriquecer el escenario no sólo con el ruido de los nombres y no sólo con las respuestas ruidosas.

Mucho más que eso, nos hace falta nutrir la vida nacional con iniciativas de fondo para revertir la apatía en que nos ha sumido un materialismo de corto plazo y un pragmatismo miope, que –se llamen de derecha o de izquierda- nos encierran en lo que somos y lo que nos ocurre, en vez de levantarnos la mirada hacia lo que debemos ser.

Hace 60 años, la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico –la CIDE- señalaba que al Uruguay le faltaba una mística.

En las seis décadas transcurridas desde entonces, afirmamos valores e hicimos grandes progresos, pero sigue faltándonos enamorarnos de proyectos nacionales que estén por encima de las pujas políticas.

Por eso, en la actual campaña electoral se extraña hasta ahora la exposición de doctrinas, la clarificación de pensamientos, la defensa de principios y la proposición de ideales, sin los cuales la vida pierde su gracia

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.