Las elecciones del 27 de octubre -seguidas eventualmente por el balotaje que la Constitución fija para el domingo 24 de noviembre- van a resolver el rumbo político que tomará el Uruguay a partir de marzo de 2025. Eso es muy importante.
Junto con la elección de diputados, senadores y Presidente de la República, la ciudadanía está llamada a pronunciarse a favor o en contra de la reforma constitucional que habilitaría a disponer allanamientos nocturnos para combatir la delincuencia organizada, impidiendo que las guaridas de delincuentes organizados se amparen en el actual art. 11 de la Constitución, que establece que “El hogar es un sagrado inviolable. De noche nadie podrá entrar en él sin consentimiento de su jefe, y de día, sólo de orden expresa del Juez competente, por escrito y en los casos determinados por la Ley.” El tema de esa reforma también es muy importante.
Y, como se sabe, junto con la elección de octubre se va a plebiscitar otro proyecto de reforma constitucional, que deroga la reforma jubilatoria votada por el Parlamento, suprime las AFAPs y agrega cargas presupuestales que superaría las posibilidades del Estado, según sostienen economistas de todos los partidos. Los asuntos en juego también son importantes. Más aun, son trascendentales porque trascienden a un período de gobierno y pueden afectar el destino de las generaciones venideras.
Lamentablemente, el clima nacional no es de lucha de ideas. Sabemos que tenemos en juego el futuro inmediato y el porvenir a largo plazo, pero a la ciudadanía le están llegando memes y mensajitos para divertirse con caricaturas, sin que aparezca la polémica de fuste entre convencidos recios que sientan responsabilidad por lo que vendrá.
Tampoco surgen coincidencias nacionales por encima de la contraposición entre los dos grandes bloques que sujetan al país a la lógica estrecha de una contraposición binaria, como si no fuera posible conciliar proyectos, ideales y sueños usando los caminos de la libertad.
Con todo esto, en la actual campaña electoral estamos asistiendo a una caída de la presencia individual. Parece que a las urnas también les llegó la desgracia generalizada de la impersonalización de todo.
Contra eso hay que combatir, poniendo los ciudadanos el mejor empeño en votar informados, de modo que el futuro nacional sea realmente la decisión de “nosotros mismos” y no la consecuencia mecánica de lo que dejan de hacer los demás.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.