Hace 199 años, el 25 de Agosto de 1825, los representantes de los pueblos de la Provincia Oriental se reunían en el Congreso de la Florida, que aprobó la Ley de Independencia. En su sencillez, esa Ley esbozó y sintetizó nuestro sentimiento de soberanía y nuestro Derecho, al decir:
“La Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata, en uso de la Soberanía ordinaria y extraordinaria que legalmente inviste…
Primero: declara írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación, reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados á los pueblos de la Provincia Oriental, por la violencia de la fuerza unida á la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y el Brasil que la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos, y sujetándole al yugo de un absoluto despotismo desde el año de 1817 hasta el presente de 1825.
Segundo: Reasumiendo la Provincia Oriental la plenitud de los derechos, libertades y prerrogativas inherentes á los demás pueblos de la tierra, se declara de hecho y de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso y ejercicio de su soberanía estime convenientes.”
La historia tiene sus investigadores, sus eruditos y sus divulgadores, pero, para cumplir plenamente su misión de esclarecer y guiarnos, necesita, además, seguidores que la sientan en el alma: ciudadanos que se emocionen con las grandes gestas y se estremezcan con los grandes gestos, que se conmuevan con los sacrificios públicos y que encaminen la vida colectiva hacia una filosofía de la persona, la nación y la libertad.
Lo mucho bueno que el Uruguay construyó en los casi 200 años corridos desde la Declaratoria de 1825, sigue reluciendo y obteniendo reconocimiento internacional. Pero ni podemos ni debemos dormirnos en los laureles.
En el Uruguay de hoy tenemos temas pendientes para los cuales hará falta valentía, denuedo y orgullo, al mismo tiempo que hará falta cautela, modestia y vigilancia para que no se expanda el contagio de pésimos ejemplos que surgen en nuestra América hispana.
Para resolver lo que tenemos pendiente, revivamos la inspiración de los padres de la Patria en cada acto de nuestra vida.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín