Con la presencia del Presidente de la República, ayer se inauguró el nuevo edificio del liceo de Achar, Departamento de Tacuarembó, que reemplaza al antiguo liceo rural, poniendo una estructura de primer nivel al servicio de un horario extendido, de ocho horas, donde los chicos tienen 3 comidas diarias y talleres para elegir según sus inclinaciones.

Las imágenes muestran una construcción moderna y confortable, que puede y debe alegrarnos por el bien de los adolescentes que habrán de estudiar y  formarse allí.

Pero por encima de las paredes lucientes y los espacios cómodos del edificio que se estrena y por encima de los deterioros que acumulan las aulas de escuelas, liceos y Facultades antiguas, todas las casas de estudio tienen belleza y valor: la belleza y el valor de lo que se hace en el aula, en el recreo y en el compañerismo de ida y vuelta que impulsan.

Una visión funcionalista mide a la enseñanza por su utilidad para conseguir buen empleo. Esa visión se queda muy corta. La educación es un camino para formar a la persona, es un ascenso interior hacia el pensamiento y la libertad.

Por eso, no deben pasar inadvertidos los conceptos que, al inaugurar el liceo de Achar, desgranó el Presidente Lacalle Pou, en ejercicio de su condición de Jefe de Estado –es decir, custodio de todos- y no sólo jefe de gobierno, que siempre indica tendencia y se funda en partidos.

En su discurso, Lacalle Pou señaló que el nuevo liceo es el logro de “una comunidad que se movilizó, porque entendió que la forma de crecer y mejorar era tener un centro educativo propio”.

Al mismo tiempo, el presidente destacó que para vivir en libertad y alcanzar la justicia “es fundamental el conocimiento” que “nos abre una enorme oportunidad”.

El concepto de que para progresar hay que saber lo más posible, en nuestro Uruguay tiene raíces anteriores a nuestra independencia. Pero, penosamente, hoy, año 2024, existen bolsones de ignorancia valorativa para los cuales lo que más importa es tener y no saber, porque lo que en esos bolsones vale no es ser y hacer sino tener y disfrutar.

Sí: en barrios carenciados y también en grupos económicamente acomodados, hay modos de vida sin inquietudes, sin metas y sin ideales.

Por eso, en inauguraciones como la de ayer en Achar debemos ver no sólo un progreso edilicio sino una feliz confirmación de que en el Uruguay seguimos apostando a la formación personal como parte de nuestro amor a la libertad propia y ajena y de nuestra devoción por el bien común, por encima de circunstancias y partidos.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.