Se cumplen hoy 68 años de la partida de uno de los espíritus más inquietos y fecundos que forjaron la radiodifusión privada y libre del Uruguay. El 9 de setiembre de 1956 moría Arthur Núñez García, que con el seudónimo de Wimpi consagró un estilo de pensamiento en ambas márgenes del Río de la Plata.

Se lo conoció como cronista de diarios y saltó a la fama por ser el libretista de dos cómicos tremendamente exitosos, como fueron Juan Carlos Mareco, Pinocho y Pepe Iglesias, El Zorro. Pero armó programas costumbristas, como Doña Rosa, la Beba y don Luis o Doña Nora, Paulina y los chicos, que retrataban lo que se decía y lo que se callaba en el Uruguay de los años 50.

Pero en el arco armonioso de su sentimiento artístico, Wimpi pasaba del libreto al pensador y del pensador al filósofo. Fue así como sus programas de reflexiones humorísticas dominaban el horario central de la Radio Carve de Raúl Fontaina y de la Radio El Mundo de la Editorial Haynes –de Buenos Aires.

Dotado de una memoria privilegiada, Wimpi era capaz de sintetizar en dos frases las ideas principales de un libro entero, al mismo tiempo que se convertía en maestro de un humor que buscaba la comprensión y la sonrisa amable antes que la carcajada. Fino, punzante, realista, fue el antecedente directo de las miradas de Verdaguer, de Landriscina y de Los Lobizones Scheck.

Wimpi cumplía el adagio latino “Castiga las costumbres, riendo”. Y con ello se metía en los adentros de la mujer y el hombre común, al que llamaba “el tipo”. Así, se burlaba de las obsesiones del fanático, dejaba entrever lo que cualquiera pensaba pero callaba, y le ponía ternura a la persona humana, haciéndole ver cómo el hombre edificó su libertad abriéndose paso “a través de una espesura de monstruos”.

Frente a las desviaciones del pensamiento y frente a las brutalidades del mundo de hoy, debe inspirarnos el recuerdo luminoso de aquel escritor infatigable que entregó la vida a la comunicación radial.

Sin ocupar cargos públicos y sin manejar fortunas, labró el pensamiento de múltiples generaciones. Con ello, Wimpi nos dio un ejemplo tan vibrante como una clarinada.

Por eso, el aniversario de su muerte no puede pasarnos inadvertidos a quienes apreciamos el valor de la palabra y el valor de la comunicación abierta a todos los vientos.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.