El 21 de setiembre es, en el hemisferio sur del mundo, la fecha oficial de entrada de la primavera, la estación más promisoria de cada año.
Singularmente, el 21 de setiembre es la fecha que, hace 30 años –en 1994- estableció la Organización Mundial de la Salud (OMS) como EL DÍA MUNDIAL DEL ALZHEIMER.
El doctor Alois Alzheimer fue el psiquiatra que, a principios del siglo XX, identificó la patología que hoy lleva su nombre, la cual es una enfermedad neurodegenerativa, que se manifiesta –generalmente en la vejez- a través de deterioros cognitivos y trastornos y decaimientos de las conductas.
Dolorosamente, todos conocemos personas que entre la madurez y la vejez han sido diagnosticadas con el mal de Alzheimer y sufren la despersonalización y el aislamiento que les impone el avance de la enfermedad.
El Día Mundial del Alzheimer nos llama a plantear propuestas para inspirar políticas que contribuyan a mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.
Este año, el lema elegido es “Somos específicos”.
Con este lema se busca crear conciencia de que la demencia de Alzheimer debe abordarse de una manera personalizada, sin limitarse a aplicar protocolos generalistas sino aplicando atención y entusiasmo a la defensa de los rasgos de cada persona en particular.
En el Uruguay, el Alzheimer en particular y la vejez en general están necesitando más atención de la comunidad. No basta tener asilos públicos y casas de salud privadas para depositar a los ancianos más o menos enfermos. Hay que rodear eso de apoyo, dedicación, compañía y simplemente amor.
Las explicaciones funcionalistas justifican el abandono con el pretexto de que “no se tiene tiempo” para atender a los mayores y desembocan en sellar con desamor el aislamiento de los viejos.
Las actuales tendencias terapéuticas recomiendan precisamente lo contrario, porque, efectivamente, somos específicos, irrepetibles e irreemplazables. Y eso debemos defenderlo en cada ser que vive a nuestro lado, sea niño, sea adulto, sea viejo, sea sano o esté enfermo.
Al fin de cuentas, ser humano es mucho más que ser un ejemplar de una especie.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.