El 23 de setiembre de 1850, en la República del Paraguay, falleció el Gral. José Gervasio Artigas, “Jefe de los Orientales” y “Protector de los Pueblos Libres”.

Ciento setenta y cuatro años después de su muerte, Artigas sigue siendo nuestro Jefe y Protector, porque sentó los principios en que se funda la nacionalidad oriental.

No sólo su actitud se enfrentó con el centralismo bonaerense, reclamando que las Provincias Unidas del Río de la Plata se fijara “precisamente” fuera de Buenos Aires. Afirmó principios. Sembró conceptos. Inspiró… y los gobernantes que inspiran hacen a distancia mucho más que lo que resuelven en cada instancia.

En la Oración de Abril, pronunciada en Tres Cruces el 5 de abril de 1813, el Jefe de los Orientales proclamó ante los delegados de los pueblos de la Banda Oriental: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana”.

Y en las Instrucciones que surgieron de ese encuentro histórico Artigas plasmó mandamientos que iban a iluminarnos y salvarnos en los tiempos turbulentos que siguieron a su derrota, a su exilio en Paraguay y a su muerte.

Esos mandamientos establecieron las bases no sólo de la República, sino de nuestro modo de vivir y de querer vivir.

En esos mandamientos, junto con reclamar “la independencia absoluta de estas colonias” y proponer la “confederación para el pacto recíproco con las provincias que formen nuestro Estado”, Artigas le impuso al país naciente la obligación de promover “la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable”

A la República que imaginó –y que iba a constituirse 10 años después que Artigas se exiliara en tierra guaraní- le imprimió la pasión por la división de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, afirmando que “Estos tres resortes jamás podrán estar unidos entre sí, y serán independientes en sus facultades” y disponiendo que “El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos”.

Y a la vida de todos en conjunto y de cada uno en su irremplazable individualidad la iluminó Artigas con la conciencia de «Nada podemos esperar, si no es de nosotros mismos».

Por todo eso, debemos conmemorar los 174 años de la muerte del Prócer buscando el reencuentro y el abrazo ciudadano con nosotros mismos, que –gobierne quien gobierne- somos la República Oriental del Uruguay.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.