En Guatemala, sobre la Una de la madrugada de hoy lunes, el Dr. Bernardo Arévalo juró constitucionalmente y asumió la Presidencia, tras un domingo de caos que retrasó su investidura

Ungido en balotaje donde obtuvo el sesenta por ciento de los votos, Arévalo debió esperar todo el día porque los diputados de su partido -llamado  “Semilla”- eran rechazados como bancada  parlamentaria y sólo se los admitía como “independientes”, con lo cual quedaban fuera de la Mesa del Parlamento –o Congreso, como se dice en Guatemala.

          La impugnación a los diputados de “Semilla” se apoyaba en un dictamen de una Fiscal General que, con trayectoria discutida, fue  acusada de orquestar un intento de golpe de Estado. Hubo por momentos encontronazos con la policía a las afueras del Parlamento, mientras en el interior los trabajos estuvieron marcados por gritos y agresiones entre los diputados.

          Lo sucedido mantuvo en vilo a Guatemala, donde se multiplicaron las manifestaciones de los que temían que Arévalo no pudiera asumir la Presidencia, pese a haber sumado a su favor el 60% del electorado. Los organismos internacionales llegaron a reclamar que se respetase la voluntad popular.

          La demora hizo que el rey de España Felipe VI, el Presidente chileno Gabriel Boric y el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, se fueran de Guatemala sin asistir a la ceremonia para la que habían viajado.

          (PAUSA)

          Dolorosamente, esta manera de asumir -con caos o con desaire escandalosos- se viene repitiendo en las democracias del mundo. Ocurrió en los Estados Unidos, con la asonada que promovió el saliente Donald Trump. Ocurrió en Brasil, con movimientos por los cuales el ex Presidente Bolsonaro es investigado hasta ahora. Ocurrió en la Argentina, en el traspaso de Cristina Kirchner a Mauricio Macri y -con menos ruido pero no menos transgresión- ocurrió también cuando Javier Milei se negó a dirigir su discurso al Congreso y habló en la vereda, colocándose de espaldas a la sede de la institución parlamentaria.

          Nada de esto es propiamente institucional y democrático.

          Nosotros debemos celebrar que en el Uruguay todos los partidos respetan el resultado de las urnas.

          Pero no debemos ufanarnos, sino trabajar en todos nuestros actos para acrecentar los bienes y las costumbres que recibimos de los grandes fundadores de nuestra convivencia respetuosa y libre.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.