La campaña electoral está entrando en la recta final de la primera vuelta.
Predomina la convicción de que habrá balotaje. Y se extiende la sensación de que la etapa precomicial que estamos viviendo en 2024 no tiene el ardor ni el brillo de otras, que dejaron huella en el recuerdo de la ciudadanía.
La falta de debate entre los candidatos a la Presidencia empobreció el panorama. El predominio de las descalificaciones personales lo ensombreció. Y el conjunto nos deja sabor a poco.
Con ese panorama como telón de fondo, en esta campaña han irrumpido las redes sociales, donde basta que un meme sea llamativo para que se divulgue sin controlar la veracidad de lo que afirma o sugiere y sin medir el grado de ofensa que contenga.
El Uruguay vivió desde el siglo XIX con un sistema de comunicación con autores responsables de lo que echaban a correr desde sus columnas impresas en los diarios y sus presentaciones verbales en radio y televisión. El autor era conocido o fácilmente determinable. El responsable legal figuraba en los registros del Estado.
En cambio, en las redes sociales es fácil tirar la piedra y esconder la mano. Lo que se esparce desde ella no tiene más límite que la conciencia –o la inconsciencia- del que fabrica el mensaje, que en general queda cómodamente agazapado en el anonimato.
Por más difusión que adquiera tal o cual mensaje lanzado en las redes, no debe pasar inadvertida la diferencia que hay entre la franqueza y la valentía del que dice y firma dando la cara… con la actitud del que echa a rodar agravios y ofensas desde las sombras.
En los últimos diez días, es natural que la campaña se haga fuerte y hasta áspera, y eso hay que recibirlo como expresión de libertad. Pero todos los ciudadanos deberemos estar muy atentos para impedir que predominen los díceres de las redes sobre las posturas y las propagandas transmitidas por los medios estables, que tienen elenco formado en la responsabilidad de lo que difunden.
Cualquiera sea nuestra preferencia, todos juntos debemos repudiar la intromisión de mensajes irresponsables en una lucha electoral que la República necesita limpia, diáfana y esperanzada.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.