Opina Radio Clarín
En más de un episodio de la actual campaña electoral, se ha revelado que los diversos grupos políticos contratan no sólo agencias de publicidad nacionales, sino asesores internacionales.
Esa compra de servicios no es tan nueva como parece. En el año 1950, mientras el Partido Colorado le pedía estribillos a Víctor Soliño –exitoso autor de tangos uruguayos, directivo de radio el Espectador-, el Partido Nacional aceptó la oferta del ya entonces afamado autor argentino Rodolfo Sciammarella, que entusiasmó al Directorio herrerista con “No hay quien pueda con Herrera, y aunque haya derrotismo triunfará el herrerismo.”
Sciammarella era un autor consagrado por letras inmortales, sin picardía y sin maldad. Lo cantó Carlos Gardel, lo cantó Alberto Castillo, lo cantó Julio Sosa. Sus tangos y marchas festivas siguen resonando en nuestra Radio Clarín. Nacido en Buenos Aires, no se lo sentía extranjero en nuestro Uruguay.
La inocencia de aquel “yingle” era todo lo contrario de la participación de asesores internacionales de imagen política que aparecieron en la Argentina –notoriamente en la elección que ganó Macri, seis años atrás- y –según se dice- ya llegaron a nuestras playas, a vender su mercadería y deformar nuestras costumbres.
Ya sea que se los contrate en Ecuador, en México o en España, terminan diseñando la imagen y hasta los mensajes del candidato que les paga. Maniobran, manipulan y agravian Se entrometen subrepticiamente, a la sordina, sin dar la cara
En la actual globalización, no es extraño que haya quienes ofrezcan estos servicios y haya quienes estén dispuestos a pagarlos.
Pero para la República en serio que queremos ser los uruguayos, nunca habrá nada mejor que cultivar los dones propios de cada uno y nada reemplazará al candidato que gana a punta de sencillez, convicciones y carisma personal, capaz de sintetizar lo mejor para la vida del país propio.
Al fin de cuentas, un resultado electoral sólo es una mercadería para los que se sienten más mercaderes que ciudadanos. Es decir, para los que no entienden el avecé de lo que nos hace vibrar con la Constitución.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.