Sin descansar, escapándole al sueño, ayer mismo se pusieron a trabajar duro los comandos de Álvaro Delgado y Yamandú Orsi para la batalla en las urnas a librar en apenas tres semanas y media, el 24 de noviembre.
Las informaciones barruntan estrategias, analizan los acentos programáticos y señalan las fortalezas y las debilidades de cada fórmula presidencial.
En la lucha comicial, cada sector busca diferenciarse del adversario tanto como lo permita su natural ambición de conquistar a algunos de los votantes que apoyaron a ese adversario. En los balotajes, el propósito es ganar y la experiencia demuestra que se usa el arsenal completo de lo leal y legal… y, además, se emplean las artimañas que las redes sociales hoy multiplican, sin que nadie les reclame las responsabilidades a que están sometidos los medios de difusión con voces y caras visibles.
Por el bien del país, hay que desear que esta campaña por el balotaje sea tan leal como profunda.
Hace falta que la campaña sea leal, porque el Uruguay necesita respirar la alegría de las razones claras y el comportamiento caballeresco, aun cuando algunos hayan archivado el concepto de caballerosidad. Nadie gana y todos pierden si los candidatos o los gobernantes agravian, insultan o usan palabrotas gruesas, como deplorablemente lo hace el actual Presidente de la Argentina. Nosotros, en el Uruguay, sólo podemos repudiar esa clase de bajezas, que nada positivo le agregan a las tesis ni a la gestión de quien se embadurna en groserías.
Y hace falta que la campaña sea profunda, de modo que se eleve el nivel cívico de la decisión que se está recabando del pueblo.
En la preparación de la primera vuelta, ni los partidos ni los candidatos descollaron por su prédica de ideas o su siembra de valores. Pues bien: en una sociedad golpeada por el delito y el retroceso cultural, hace falta que los motivos para pedir el voto sean claros, orientadores y hasta educativos, porque hay una realidad, los hombres pasan, los poderes pasan, y el Estado y el pueblo queda, llamado a abrirse paso en un mundo que junta milagros informáticos con peligros tecnológicos y atrocidades morales.
Erguirnos en ese contexto, requiere gobernantes que, desde el llano y en competencia, nos conduzcan hacia lo alto tanto si en el balotaje desembocan en el triunfo como en la derrota, enseñándonos a dominar victorias y derrotas desde valores humanos permanentes e incondicionados.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.