Hoy es el Día de los Difuntos, consagrado en el calendario laico de nuestro Uruguay como un feriado laborable, pero formal -que no se corre de fecha.
Según la tradición, el Día de los Santos Difuntos nació como celebración católica hace más de mil años, en el sur de Francia. Luego se extendió por los países latinos y nos llegó junto con la evangelización española.
En 1919, cuando la ley 6.997 reglamentó la separación de la Iglesia y el Estado, el Uruguay oficializó el nombre laico de Día de los Muertos pero en el lenguaje del calendario la jornada siguió llamándose Día de los Difuntos, y se consagra a la conmemoración familiar e íntima de los seres queridos.
Todos sabemos que en la actualidad se ha abreviado al mínimo la despedida a los que mueren y se ha desvanecido el impulso por evocar afectos y rescatar modelos. Hoy se repasa menos y se recuerda menos.
Pero por mucho que hayan avanzado las concepciones científicas sobre la vida y por mucho que sepamos que la muerte es un hecho natural, todos sentimos el vacío que dejan las mujeres nobles y los hombres recios que han dejado su huella perenne en el país, en el barrio, en el trabajo o en la intimidad.
Puesto que todos debemos tanto a tantos, es lógico y es justo que en esta fecha nos atropellen imágenes, voces, gestos y estilos de personas que no pasaron en vano.
Y puesto que todos tenemos razones para dolernos por la caída de los sentimientos y el olvido de los mejores ejemplos, es lógico y es justo que nos detengamos a elevar el espíritu con lo que nos quedó vivo y palpitante de un pensador, un músico, un maestro o quienquiera haya sido que nos haya ayudado a modelarnos.
El Uruguay es un país que no profesa una religión oficial. Es laico, pero su pueblo no es ni debe ser indiferente a los reclamos del espíritu, que se compone con lo mucho que sobrevive de los que dejaron huella, estela y afectos cuando transitaron por nuestro suelo y nos elevaron en ideas, sensibilidad y calidad de alma.
Nos dejaron un ejemplo que nos acompaña, cualquiera sea la filosofía o la religión que abracemos.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.