Opina Radio Clarín
La poetisa Ida Vitale acaba de cumplir 101 años, con alegría de vivir y preparando un viaje a México para recibir un premio más: en 2009 obtuvo el Premio Octavio Paz; en 2014, el Alfonso Reyes, en 2015, el premio Reina Sofía, seguido por el premio Federico García Lorca en 2016, el premio Max Jacob en 2017 y el gran premio Cervantes en 2018.
Poeta hoy consagrada, pasó los primeros ochenta años de su vida valorada como escritora y traductora, con prestigio nacional y reconocimiento internacional, pero su valoración se generalizó hasta consagrarla en los últimos tres lustros.
De Ida Vitale bien se ha dicho que lejos de toda efusión sentimental y lejos también de una estética retórica, su palabra se adelgaza hasta captar y transmitir esencias con “una desnudez donde inteligencia y precisión brillan naturalmente para desentrañar y mostrar así el esqueleto de la realidad que nos rodea, llegando a una “situación límite de las palabras”.
La escritora española Soledad Puértolas señala que “la poesía de Vitale es capaz, a la vez, de ser sintética, sosegada y llena de vida. Posee una elegancia natural y además hace algo muy difícil, combina la observación y la exaltación. Siendo una poesía donde los sentidos son importantes, también es clave en ella la inteligencia. Lo fundamental es la sensación de unidad entre los sentidos y la inteligencia, lo que la hace una poesía que va a lo hondo”. Y Raquel Lanseros subraya que “es una de las grandes maestras de la poesía uruguaya en la línea de Idea Vilariño y de los grandes poetas del siglo XX. De su poesía, si tuviera que poner un epíteto a una obra tan valiosa y tan vasta, diría que es valiente, sincera y culta”.
En verdad, los reconocimientos internacionales a la señora Ida Vitale deben enorgullecernos a todos como uruguayos.
Sabemos que para buena parte de la opinión pública, la poesía tiene menos importancia que la economía. También sabemos que –en el Uruguay y en el mundo- hay enfoques teóricos que reducen al mínimo la formación estudiantil en música culta, en literatura y en filosofía, pues consideran esas materias innecesarias para conseguir empleo. Pero también sabemos cuántos son los huecos que se generan en las personalidades formadas sin el palpitar musical, poético y filosófico.
Por esas razones, y muchas más, celebramos jubilosos los 101 años que vive Ida Vitale en plena gestión poética.
Y señalamos que el Uruguay debe reconstruir su matriz cultural, restableciendo el papel inspirador del arte y la meditación conceptual, sin la cual ninguna cifra del Producto Bruto Interno ha de sacarnos del empobrecimiento individual y colectivo nuestra sensibilidad para vivir.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.