Desde hoy, comienza el éxodo de la Semana de Turismo, creación uruguaya que ocupa en el almanaque el mismo lugar que la Semana Santa del calendario gregoriano que sigue rigiéndonos, más allá de la laicidad de nuestras instituciones.

          Precisamente, la Semana de Turismo nació en 1919, como consecuencia de que la reforma constitucional de 1918 separó al Estado de la Iglesia.

          Hoy, el turismo es una realidad nacional de todo el año, pero se acentúa particularmente en estos días que ahora se inician, en los cuales una minoría viaja al exterior y una amplia mayoría aprovecha para desplazarse a rincones pintorescos, alegres, familiares o desconocidos. El Uruguay se transforma en un país con migración interna. Los informativos dan cuenta de la cantidad de pasajeros que salen de la Terminal Tres Cruces y la cantidad de los que a ella llegan. Todo eso acompañado por un sentimiento de Vuelta Ciclista, cuya marchita y cuyos ecos resuenan en muchos que ni siquiera son cultores del pedal.

          Semana para el descanso, debe ser también semana para la meditación. Hace falta en un país que tiene que volver a resolver por sí mismo –precisamente en este año- qué quiere ser y a dónde quiere llegar.

          De alguna manera, las exigencias espirituales de esta época reconcilian la  laicidad con la fe, ya que las realidades duras del Uruguay y del mundo reconducen las inquietudes hacia temas y sentimientos que sobrepasan lo inmediato y limitado de cada jornada y se abren hacia lo universal y eterno.

          Hay que augurar que la fiesta sea no sólo del turismo, la cerveza, la criolla y el ciclismo. Hay que buscar  que sea una fiesta de paz y alegría, incluso para los desfavorecidos de la fortuna. Hay que conseguir que sea un llamado al respeto, en un país avergonzado por las batallas familiares, la drogadicción y la criminalidad. (PAUSA)

          En este contexto, todos los años nos golpean noticias dolorosas sobre los heridos y los muertos que deja el tránsito carretero.

          Como siempre reclamamos, no es cosa de acostumbrarnos. En definitiva, las lesiones y los fallecimientos en ruta son mucho más que números para armar estadísticas: para muchos, son tragedias cuyo luto no se apaga nunca.

          Por eso, al iniciarse la Semana de Turismo llamamos encendidamente, a obedecer todas las reglas del tránsito y a enriquecerlas con prudencia, vigilancia y cortesía, de manera que buscar el sol en calles y caminos de la Patria sea iluminar el alma con alegría y no entregarla a peligros y llantos.

          En definitiva, cuidarnos los unos a los otros es un deber de todos.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.