Todos sabemos que en el Uruguay, desde hace largo tiempo, han crecido modos de vida que carecen de interés por la formación personal y cultural.
Todos sabemos que en esas actitudes anida algo mucho más grave que la indiferencia ante los valores humanos: anida el ocio y la drogadicción.
Y todos sabemos también que la expansión del narcotráfico y la pugna entre narcotraficantes se han transformado en flagelos para el Uruguay, que lo acosan por dentro y lo rebajan ante el mundo, ya que no es honroso para nuestro país que nuestro puerto de Montevideo aparezca periódicamente en la ruta de los cargamentos de drogas.
Frente al cuadro que vivimos, ya no vale mirar para otro lado ni basta con tener confianza en que las autoridades han de mejorar el combate técnico contra los flagelos de la droga.
Hace falta una actitud individual, familiar, laboral y colectiva que fortalezca el ánimo de todos para enfrentar a la drogadicción como la peste que realmente es.
Hay un mundillo liviano –“light”- en el que todo vale y todo sirve, donde el dinero es la medida de todas las cosas y donde el lujo fácil aparece como el más seductor propósito de vida. Pero ese mundillo no conduce a lograr la clase de personas que debemos ser, ni la clase de país que queremos ser.
Por ello, a la hora de levantar la mirada hacia el futuro no debemos detenernos sólo en candidatos ni sólo en partidos. Debemos afirmar la decisión de valorar a la gente derecha y abrazar valores humanistas, inculcando el trabajo y el esfuerzo.
Al fin de cuentas, debemos batallar con la certidumbre de que a un país anestesiado ante el delito y perezoso para la lucha diaria, no le sirve a ningún plan y a ningún gobierno, ya sea de derecha o ya sea de izquierda.
Es que los talentos y las virtudes valen por encima de la ideología, la situación económica o la filosofía que cultive cada uno. Por lo cual, si los talentos y las virtudes crecen, habrá cada vez menos espacio para el azote del narcotráfico.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.