El domingo 3 de noviembre, el Departamento de Río Negro se vio conmovido por una tragedia.

En una chacra cercana a Colonia César Mayo Gutiérrez, cerca de la ciudad de Young, una mujer de 53 años se envolvió en una sábana abrazada a su hijo de 10 años, se roció con nafta y se prendió fuego.

La madre murió calcinada en el lugar, pero el hijo sobrevivió. Con el 80 % del cuerpo quemado, salió en busca de ayuda.

Los vecinos lo trasladaron por tierra hasta Young y de ahí lo trajo a Montevideo un avión ambulancia, para que recibiera atención en el Centro Nacional de Quemados, el Cenaque.

Al cabo de 9 días de lucha, Juan Pedro Núñez –que así se llamaba- alcanzó a narrar la tragedia que había soportado, pero por desgracia no pudo sobreponerse a la gravedad de las quemaduras y falleció el pasado lunes.

Juan Pedro era un cultor infantil del fútbol. Jugaba como arquero en el club Club Atlético Baby Young.

Tras su espantosa muerte, la institución publicó en redes sociales un conmovedor mensaje en el que define a Juanpi como “el mejor arquero de la generación 2014”. Todas las instituciones de baby fútbol han acompañado el dolor de la comunidad younguense. Y todos tenemos que sentir el estremecimiento que provoca este filicidio perpetrado por una madre en Young, tan luego en los mismos días en que un padre cometió filicidio asesinando a su bebé de sólo cinco meses.

En el caso del padre asesino, todo indica que estaba enajenado por el consumo de drogas. En el caso de la madre suicida pero asesina, todo indica una enajenación salvaje.

Y en los dos casos, todo indica una desorientación absoluta, un desarreglo que escapa a los límites habituales de la psicología y la psiquiatría, que están resultando impotentes para contener la epidemia de infamias que estamos sobrellevando.

Ante tamañas desgracias, la respuesta debe ser total: hay que restablecer el sentido común y enseñar el amor al otro. En vez de tupirnos con encuestas sobre lo que sucede, debemos sostener con énfasis lo que DEBE SER, volviendo a llamar a que cada uno cultive su espíritu en orden, en paz, al servicio del bien personal y el bien público.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.