Ha conmovido al mundo la muerte, en una remota cárcel de Siberia, de Alexei Navalny, el líder opositor más importante que tuvo Rusia en la última década.
Navalny, de sólo 47 años, era conocido como el mayor crítico del presidente Vladimir Putin y cumplía una condena de 19 años por delitos políticos.
A finales del año pasado, fue trasladado a una colonia penal del Mar Ártico, una de las cárceles más duras del país.
El servicio penitenciario del distrito de Yamalo-Nenets dijo que Navalny se había «sentido mal» tras un paseo a pie este viernes.
El equipo penitenciario dijo que se sintió mal y «perdió la conciencia casi inmediatamente», y sostuvo que acudió el equipo médico de emergencia pero no pudo hacer nada para revivirlo. A su vez, la portavoz de Navalny dijo que no había recibido información sobre la causa de la muerte.
Mientras se investigan las causas, la esposa de Navalny, Yulia Navalnaya, dijo: “»Realmente no podemos creer en Putin y su gobierno» y responsabilizó personalmente al jefe ruso por el fallecimiento de su esposo.
En 2020, Navalty fue envenenado en Siberia. Entonces, laboratorios germanos confirmaron que la causa fue la exposición a un agente nervioso y fue tratado en Alemania. Al recuperarse volvió a Rusia en enero de 2021 porque quiso asumir los peligros de regresar a su patria y correr el riesgo, que se concretó enseguida, ya que fue arrestado apenas llegó a Moscú.
Se sabe que tenía millones de seguidores dentro y fuera de Rusia, pero a partir de la guerra contra Ucrania, la organización política de Navalny fue acusada de «extremista» y miembros de su equipo fueron arrestados, mientras los más conocidos críticos de Putin huyeron del país o fueron encarcelados.
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A la distancia, ningún medio nacional tiene noticias de primera mano sobre la vida de Rusia ni sobre los métodos de Putin.
Pero no hace falta conocer más detalles, cuando el mayor líder opositor está preso en una cárcel cercana al Polo Norte y muere sin estar enfermo, en un país donde el asesinato y el envenenamiento se usan hoy igual que en las peores etapas de la Edad Media.
La realidad es que el alma rusa –que ha dado tantos valores al arte y la espiritualidad- no ha vivido propiamente en libertad. El zarismo fue policíaco, el leninismo y el stalinismo fueron policíacos, Putin es policíaco… y todos ellos tuvieron ambiciones fuera de fronteras, que provocaron persecuciones, guerras y exterminios.
Por todo eso, más allá de los detalles que difícilmente se esclarezcan, sentimos respeto y congoja por este líder muerto en una cárcel de Siberia a los 47 años. Y ante su final de mártir volvemos a estremecernos con los horrores que provoca la falta de libertad.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.