El encuentro previo al balotaje entre Álvaro Delgado y Yamandú Orsi no fue propiamente un debate. Fue visible que cada uno llevó exposiciones preparadas sobre cada uno de los cinco temas que enfocaron. También fue visible que la función de los conductores no consistió en preguntar y se redujo a ordenar la sucesión de entradas.
Y sobre todo: fue ostensible que no hubo confrontación, ni refutaciones firmes, quedando todo en alusiones sin enfrentamiento.
La explicación se sospechaba con sólo mirar y escuchar: todo estaba medido, cronometrado y calculado para que no existiera una contienda a fondo. En la mañana de hoy, eso que se sospechaba quedó confirmado, al aclarar el conductor, Raúl Ponce de León, que en la negociación previa al debate dispuesto por la ley, se impusieron las condiciones que le dieron rigidez a las actitudes y al formato.
Ponce de León –Ingeniero Agrónomo consagrado como periodista- en su programa “Primera Mañana” de Radio El Espectador y Azul FM, tuvo la plausible lealtad de explicar, hoy, que la negociación previa al debate había sido tan detallada que limitó el juego abierto de la discusión.
Ahora bien. La ley dispuso un debate obligatorio, en cadena también obligatoria, para garantizar la libertad de expresión del pensamiento y para que el electorado sepa lo más posible sobre los contendores del balotaje. Eso, que debe organizarse para la limpidez del pronunciamiento en las urnas, queda distorsionado y hasta desvirtuado si el diálogo pierde espontaneidad… y se convierte en una sucesión recurrente de monólogos.
Los señores Delgado y Orsi dijeron lo que llevaban preparado, y hay que apreciar como positivo que, en algunos momentos, se hayan apartado del libreto para refutar algún pasaje de lo que dijo el otro, y sobre todo, hay que celebrar la existencia de la cita con ambos candidatos como una expresión de libertad.
Pero hay que tener presente que la libertad del pensamiento y del ciudadano va mucho más lejos y requiere espontaneidad en los temas y en los enfoques, para que los candidatos vuelquen su personalidad entera y muestren no sólo sus razones sino también sus sentimientos.
Esa libertad y esa espontaneidad son un enorme bien público, que debemos custodiar por encima de quien sea el que gane y el que pierda el balotaje.
Porque es en la discusión nuestra de cada día que construimos la vocación de libertad que nos singulariza como nación y nos nutre como ciudadanía.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.