Al final de una campaña electoral que no se ha destacado por altos brillos, las últimas jornadas aparecen salpicadas por prácticas que son impropias de la cultura cívica nacional. Son impropias de la cultura que hemos alcanzado y son impropias de la cultura que deberemos proponernos lograr entre todos.
Reaparecieron las descalificaciones gruesas, con el ex Presidente Mujica utilizando palabrotas con base intestinal, lo cual es ofensivo y de mal gusto, pues implica el uso peyorativo –despreciativo- de la misión limpiadora, que desempeñan los intestinos en la construcción de la salud animal y humana.
Las palabrotas son igualmente condenables si las emplea un ex Presidente de izquierda uruguayo como José Mujica o un actual presidente de derecha argentino, como Javier Milei. Las palabrotas parecen indicar la gran fortaleza del ciudadano que las profiere, pero no indican fortaleza sino debilidad y límite: debilidad de las razones y límite para la facultad de pensar y argumentar.
No es más fuerte el que insulta sino el que demuestra. No es más fuerte el que agravia sino el que convence. //– – –
Otra práctica indeseable que recrudeció en los últimos días es la falsificación de declaraciones, remedando voces mediante Inteligencia Artificial. El señor Fernando Parrado acaba de denunciar que, usando la imagen grabada en setiembre de 2023 -cuando le entregó un libro al entonces Intendente Yamandú Orsi- pusieron en su boca una adhesión política que nunca pronunció, ya que él votó y va a votar a Álvaro Delgado.
Semejante falsificación es contraria a la lealtad que nos debemos todos a todos.
Cae en las prevenciones y condenas que anticipó la Asociación de la Prensa Uruguaya cuando el 14 de octubre –antes de la primera vuelta electoral- emitió un comunicado en el que previno al país sobre el posible uso indebido de la inteligencia artificial con supuestos “fines periodísticos”.
En ese comunicado de octubre, la APU subrayó la vigencia del Pacto Ético contra la Desinformación que en abril pasado firmaron todos los partidos políticos.
La vigencia de ese Pacto debe ser exigida no sólo por los partidos ni sólo por los medios de difusión, que pueden ser involuntariamente vehículo de falsificaciones urdidas a espaldas de todos.
Ese pacto contra la desinformación debe tenernos a todos por protagonistas, porque es el pacto por el respeto y la verdad, que está en la base de nuestro auténtico Estado de Derecho.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.