Ayer, lunes 25 de noviembre, se cumplió en la Avenida 18 de Julio la tradicional marcha en apoyo al Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, establecido por la Organización de las Naciones Unidas en el año 1981.

Al día siguiente del balotaje, estuvieron presentes las personalidades femeninas más representativas del gobierno que estrenaremos el próximo 1º de marzo: Carolina Cosse, futura Vicepresidenta de la República, y la senadora electa Blanca Rodríguez tuvieron la presencia que corresponde a las investiduras que, por mandato de la ciudadanía, han de asumir en el próximo gobierno.

Conocida su militancia anterior, esa presencia no sorprende, pero adquiere un alto valor simbólico, ya que indica la confirmación de una sensibilidad que, en el Uruguay, está y debe estar por encima de los partidos políticos y de la rotación democrática de los elencos y los cintillos.

Sí: en nuestro país la mujer sigue sufriendo degradaciones patéticas de esclavitud sexual y sigue siendo víctima de agresiones físicas que llegan al asesinato, hoy llamado femicidio.

No es que las leyes amparen esas atrocidades, sino que hay múltiples grupos humanos en los cuales no operan los frenos de la reflexión y de los sentimientos y, en cambio, siguen campeando las cegueras del machismo, la brutalidad y la falta de frenos.

Por tanto, si queremos que se obedezcan las leyes que prohíben la violencia contra la mujer, deberemos impulsar la reeducación del espíritu público, retomando los valores permanentes de libertad, igualdad y fraternidad.

Esos valores condenan no solamente la discriminación y la violencia contra las mujeres, sino también la discriminación y el atropello a los derechos de los hombres, de los niños y de los ancianos. Así lo evidencia el hecho de que cada pocas semanas aparecen niños lesionados y asesinados en balaceras de origen narco. Y así lo prueba la dura realidad de que todos los días vemos cómo a los ancianos se les recorta la compañía natural de sus afectos y se los abandona para que sobrevivan en limbos inhumanos donde tienen casa y comida pero no se les da ni respeto ni cariño.

La lucha contra la violencia hacia la mujer debe recibir todo nuestro apoyo, desde la conciencia de que es un capítulo dentro de la batalla cultural por el destino de la personalidad humana, que viene siendo atropellada, a la vez, en las grandes guerras del mundo y en los pequeños rincones de la convivencia.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.