Para la prensa del mundo entero fue un sacudón noticioso el desenlace del balotaje de ayer en la Argentina. Las encuestas hacían prever un desenlace reñido voto a voto. Fue todo lo contrario: fue una verdadera paliza electoral, donde –en la opción de hierro que impone todo balotaje- el economista Javier Milei le sacó más de 11 puntos de ventaja al Ministro de Economía Sergio Massa.

Para el Uruguay, no fue sorpresa la consagración del señor Javier Milei como Presidente de la República Argentina a partir del 10 de diciembre. Desde los ideales y desde los valores cívicos que siguen predominando en esta margen del Río de la Plata, esperábamos desde años atrás una reacción frontal de la ciudadanía argentina ante la ristra de escándalos y fraudes que acumuló el kirchnerismo. Llegó ayer, 19 de noviembre, en un balotaje histórico.

En realidad, nada de lo que ocurre en la Argentina deja de repercutir e importarnos –y no por motivos económicos, que los hay, sino porque argentinos y uruguayos tenemos parentesco de sangre y de espíritu, que nos hacen confluir en los valores profundos que atesoran, a la vez, el tango, el folklore, la poesía y la historia.

Hemos construido destinos diferentes, pero no existen en el mundo dos naciones más afines entre sí que el Uruguay y la Argentina.

Por eso, celebramos que ayer haya vivido una verdadera revolución pacífica mediante un pronunciamiento en las urnas que pudo inspirar desconfianza pero resultó ejemplar y no registró dudas ni impugnaciones. En la consolidación de la democracia como método para resolver las contiendas, merecen recuerdo las luchas por la libertad que trajeron a nuestras costas sucesivas oleadas de desterrados, entre los cuales muchos fueron hombres insignes que hasta dan nombre a calles nuestras, como Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Juan Carlos Gómez y otros.

Ayer la Argentina echó por tierra una hegemonía. Le dio la Presidencia a un ciudadano sin grandes antecedentes políticos, que surgió en sólo dos años de campaña que ha sostenido opiniones discutibles y que en tres semanas asumirá el gobierno sin partido, sin gobernadores que le respondan y sin mayoría parlamentaria.

La bandera del triunfador de ayer es la libertad.

Hay que desear que la inspiración de la libertad restablezca en la Argentina el respeto por el adversario, que en buena parte se perdió en la campaña electoral y antes.

Y hay que desear también que la libertad sirva como método para construir juntos por encima de diferencias programáticas, de modo que sea “libertad creadora” en el sentido que reclamaron Mariano Moreno, Alejandro Korn y tantos grandes pensadores que tuvo y sigue teniendo la Argentina.

        Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.