La primera niña que, en el año 2007, recibió una Ceibalita de las manos del Presidente Tabaré Vázquez se llamaba Mikaela Rodríguez. La entrega ocurrió en la Escuela Italia situada en Villa Cardal, Departamento de Florida.

Aquella niña, con sólo 9 años, apareció filmada y fotografiada en los medios de todo el país, por ser la destinataria de la primera laptop que supo entregar el entonces Presidente Vázquez.

En la casa de Mikaela Rodríguez, la Ceibalita fue la primera computadora que entró, ya que en Villa Cardal tenía acceso a Internet sólo una de cada veinte o treinta familias.

Mikaela Rodríguez -hoy una adulta joven, con 26 años- acaba de culminar la carrera que abrazó en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República: ahora es la Licenciada en Trabajo Social Mikaela Rodríguez.

Recibirse (de una carrera o un oficio cualquiera) es siempre el fruto de un esfuerzo individual que afirma y expande a la persona, por lo cual merece alegría y felicitaciones.

¿Cuánto contribuyó la Ceibalita a esa victoria de la niña que se hizo adulta universitaria? Esa pregunta no debe responderse con porcentajes, sino con el sentimiento de todo lo que valen los instrumentos que comunican sabiduría: el libro, el diario, la radio, la televisión, la computadora o lo que fuere.

En el caso de las Ceibalitas, han sido sembradoras de aprendizajes iniciales a lo largo y ancho del suelo nacional. Han servido para extender las posibilidades, los sueños y los proyectos de miles de niños. A partir de una feliz iniciativa del Ingeniero Miguel Brechner y una lúcida decisión de Tabaré Vázquez, las Ceibalitas integran con honor la historia grande de la educación nacional.

En definitiva, todo lo que abre la mente y el corazón merece respeto y gratitud, por encima del signo ideológico o político del decisor a quien le haya tocado el turno.

Porque somos un pueblo que, a pesar de desviaciones y horrores, sigue queriendo que sus hijos tengan esperanzas y asciendan en su vida. Y no hay mejor esperanza ni mejor ascenso que el que siembra en la infancia la voluntad de saber.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.