Cada 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos.

La fecha se fijó para conmemorar la aprobación, por la Organización de las Naciones Unidas, de la primera Declaración Universal de los Derechos del Hombre.

Fue el 10 de diciembre de 1948, cuando el mundo soñaba con una paz perpetua, porque hacía apenas tres años que los aliados habían vencido al nazifascismo en la Segunda Guerra Mundial y todos creían haber aprendido la lección de la mayor tragedia vivida por la Humanidad.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos no es un Tratado. Sus 30 artículos enfocan los derechos civiles y políticos, indican el papel que deben desempeñar los gobiernos para garantir los derechos y establecen garantías por encima de los sistemas económicos.

La Declaración constituye, en verdad, un resumen de filosofía de la persona como individuo irremplazable y como ser social. A lo largo de tres cuartos de siglo, sus conceptos y sus valores han inspirado leyes, Tratados, Convenios y protocolos internacionales. Es que verdaderamente, el texto buscó fijar reglas con validez universal, ya que –como muy bien dice su Preámbulo- la Declaratoria se redactó “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” y “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.

Todos sabemos que los derechos humanos se violan todos los días, no sólo por obra de las tiranías, las dictaduras y los totalitarismos, sino también por bandas criminales que asesinan con y sin motivo, segando la vida de indefensos. Todos sabemos, y a todos nos duelen, injusticias que se cometen en todos los órdenes de la vida.

Frente a la realidad de que el mal existe y nos golpea duro, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es una herramienta de lucha, al servicio de la conciencia de los que luchan por el Derecho estudiándolo, intuyéndolo o reclamándolo. Por eso, el 10 de diciembre, Día de los Derechos de la persona y de los pueblos, merece sentirse como un fasto mayor de la fraternidad que intentamos promover en las naciones que vivimos en paz y que se necesita inspirar e imponer en las regiones donde el hombre se ha hecho enemigo del hombre hasta el límite mayor de la indiferencia y la criminalidad,

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.