El Presidente argentino, Javier Milei, estuvo en Montevideo, con motivo de la reunión en que recibió la Presidencia pro témpore del Mercosur.

Invitado por la Asociación de Dirigentes de Marketing, disertó en un almuerzo de trabajo, efectuado en el hotel Radisson.

Ante una concurrencia masiva, desarrolló ideas sobre las óperas de Verdi y dio su interpretación de los sufrimientos del pueblo hebreo que relata el antiguo Testamento.

En la última parte, de su disertación, hizo una breve síntesis de las convicciones que lo inspiran en las reformas económicas que está impulsando.

Allí dijo: el señor Milei: “Odio el Estado, porque es una asociación criminal violenta que vive de una fuente coactiva de ingresos que son los impuestos”. 

Dichas por un gobernante que fue votado y ejerce el poder precisamente como jefe de Estado, estas palabras se vuelven contra quien las pronuncia.

Proferidas en el Uruguay, suenan a profanación de nuestros valores de una Constitución que se asienta en una noción elevada de l Estado.

En realidad, ese concepto –que el señor Milei ha dicho y repetido en distintos foros- ataca a la esencia de la organización republicana, que no puede prescindir del Estado en su función de gobernante, promotor y organizador de la vida económica y social.

Por mucho que el orador pueda ufanarse de algunos éxitos numéricos que obtuvo su gobierno, en el Uruguay semejante “odio al Estado” nos resulta incomprensible e injustificable, porque ninguna doctrina económica y ningún éxito numérico justifica que se proclame el odio al Estado, herramienta básica de la civilización..

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.