El 16 de diciembre de 1951 el Uruguay dio un paso trascendental y único en América y el mundo: suprimió la Presidencia de la República y estableció un Poder Ejecutivo colegiado, con seis miembros para el partido más votado y tres miembros para el partido que lo siguiera en sufragios.
El Parlamento votó la ley constitucional y la ciudadanía la ratificó en plebiscito límpido, cumplido hace hoy 73 años, casi tres cuartos de siglo.
La magnitud de esa reforma no merece enterrarse en el olvido porque fue la única Constitución de la república Oriental del Uruguay que democráticamente nació, democráticamente rigió y democráticamente fue derogada por el voto ciudadano, que, en los comicios de noviembre de 1966, apoyó la reforma que restableció la Presidencia desde el 1º de marzo de 1967, para sufrir, tan sólo seis años después, la tragedia nacional del golpe de Estado y la dictadura.
La Constitución con Ejecutivo colegiado rigió la vida nacional desde el 1º de marzo de 1952 hasta el 1º de marzo de 1967. Insistimos: ninguna otra Constitución, desde 1830 hasta hoy, tuvo el honor de imperar sin quiebra institucional en su nacimiento o en su vigencia.
Cuando el Uruguay consagró el gobierno colegiado, América estaba erizada de dictaduras. Y fue en ese contexto que el presidente Andrés Martínez Trueba –químico farmacéutico de profesión- en vez de agitar las pasiones del personalismo presidencial, quiso compartir el poder con correligionarios y adversarios.
Más que un experimento político, el gobierno colegiado fue un ensayo público de diálogo y racionalidad. Con la Constitución de 1952 se arrinconó la arbitrariedad del Estado, porque se abrieron ventanas para ventilar las razones de cada decisión y porque, además, se estableció el Tribunal de lo Contencioso Administrativo para enmendar las transgresiones a las reglas de Derecho y las desviaciones del poder.
El Uruguay fue admirado en el mundo por ese experimento, donde muchos idealistas y soñadores le dieron inspiración y vuelo a la vida pública.
Por estas razones y muchas más el aniversario de hoy no debe pasar inadvertido, porque es el aniversario de un punto muy alto en la historia de nuestro modo democrático y republicano de vivir.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.