La ex senadora Lucía Topolansky ha provocado revuelo con su declaración pública de que hubo testigos que mintieron para hacer condenar a militares, incurriendo en falsedad al atribuirles delitos de lesa humanidad para impulsar que resultaran condenados.
Esas declaraciones -que luego apoyó el ex Presidente José Mujica- provocaron en las últimas horas el repudio de las organizaciones de derechos humanos, el reclamo de los defensores de los militares presos y la respuesta cortante del fiscal de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, que reclamó lo que jurídicamente corresponde al decir simplemente «Que haga la denuncia» y al agregar: «No tenemos ninguna constancia, y de tenerla haríamos la denuncia correspondiente».
No puede sorprender la contradicción de la militancia tupamara de la señora Topolansky con los dichos de ahora. Desde 1985 hasta hoy han corrido cuatro décadas… y cuarenta años es tiempo más que suficiente para que toda persona revise sus militancias y aprenda a enamorarse de la verdad más que de las banderas y cintillos que la hicieron vibrar, luchar, matar y pagar con cárcel. “Me contradigo porque estoy vivo” enseñaba el eterno Maestro Miguel de Unamuno; y esa verdad integra el modo humanista de entendernos y querernos en el Uruguay.
¿O acaso podemos olvidar que los señores Topolansky y Mujica fueron guerrilleros y después fueron gobernantes respetuosos de la Constitución?
Basta recordar ese antecedente para que haya que tomar en serio la afirmación de que hubo testigos que habrían mentido y que haya que reclamar que se raspe hasta el hueso, porque el Uruguay debe asentarse sobre verdades y no entretejerse con bolazos que lleva el viento y se sepultan en el arcón del olvido.
Es que en realidad, si aprendiéramos a escucharnos con cabeza abierta, ¡qué país libre y sano podríamos construir entre todos!
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.