La jornada de hoy está dominada por los reencuentros familiares, intercambiando saludos y regalos y compartiendo mesa.
Se desean “Felices Fiestas” como parte de un rito laico que desemboca en el Año Nuevo.
En el atropello de tiempo que es el mes de diciembre, olvidamos que, en el calendario gregoriano que nos rige más allá de las diferencias religiosas y filosóficas-, el 25 de diciembre es la fecha fundacional del cristianismo, porque, según la tradición, en ella nació Jesús, llamado a ser luz de esperanza.
En la historia del pensamiento occidental, la fe, los sentimientos y las filosofías que engendró el cristianismo están en la base del pensamiento –no sólo de sus seguidores sino también de quienes le niegan a Jesús la condición de Dios que se hace hombre y quienes le niegan autoridad a su prédica.
La República Oriental del Uruguay es un país sin religión oficial. Así lo manda la Constitución y así sucede en los hechos. Pero la propia Constitución establece la supremacía de la persona humana por encima de las normas escritas, y esa supremacía es la expresión laica de una actitud espiritual y un respeto al albedrío cuyo origen pertenece a la tradición greco-judeo-cristiana.
Por todo eso, la fecha de esta noche merece mucho más que reencuentros cariñosos y mesas tan bien servidas como pueda cada uno.
Nuestro Uruguay tiene muchos temas pendientes y muchas batallas por librar: desde la drogadicción hasta el aborto, desde los homicidios hasta la deshumanización de las relaciones jurídicas y económicas, desde la desigualdad de oportunidades a la crisis de la educación. Para enfrentar esos temas y para librar esas batallas, hace falta devolverle protagonismo al espíritu.
Y en el nacimiento de Jesús –la Natividad o Navidad., todos –creyentes y ateos-podemos y debemos celebrar juntos el espíritu, como reflexión, como inspiración y como impulso.
Para eso, alcemos no sólo las copas sino la mente, el cuerpo y las ansias de vencer nuestros errores y construir una vida pacífica, fraternal y respetuosa. Al fin de cuentas, una fiesta sin espíritu es mucho menos fiesta que una fiesta inspirada.
Por eso, desde el espíritu brindamos con usted, amigo que nos escucha en cualquier rincón del Uruguay o en cualquier confín del mundo, deseando –a todos- una feliz y profunda Navidad.
Es que así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.