En el Uruguay, la fecha de hoy se llama oficialmente “Día de las Familias”. Con ese nombre la marcan en rojo algunos calendarios, pero en general hablamos de la Navidad.
De hecho, todos reconocemos que la fecha tiene origen en el nacimiento de Jesús en un pesebre pobre de Belén, en las cercanías de Jerusalén. Lo aceptamos con independencia de nuestras convicciones respecto a que haya sido Dios encarnado en criatura humana o haya sido un hombre común con los dones de misticismo y profecía o haya sido una creación de antiguas tradiciones, recogidas por los autores de los cuatro Evangelios que le dan cuerpo al Nuevo Testamento.
La fecha no puede banalizarse en playa, asado y brindis, porque ese nacimiento cambió la cuenta de los siglos: y ese es un hecho histórico y sociológico del cual no hay pan dulce ni regalos ni Papá Noel que nos permita escapar. Si el cristianismo cambió la cuenta de los siglos es porque parte de los Mandamientos sirven y valen para todos porque definen el pacto esencial de convivencia, anterior a los Estados y anterior a las Constituciones, por democráticas que ellas sean.
Sobre esos temas hay libros sesudos y hay planteos en todos los idiomas.
Pero lo importante no es que se lean y se comprendan las doctrinas de esos libros, sino que hagamos todos la experiencia vital, concreta y hasta diaria, con la aplicación efectiva de las reglas que establecen los Diez Mandamientos.
En eso, el Uruguay tiene su propia elaboración. Nuestro Estado es laico, no es confesional, pero su fundamento no niega la espiritualidad como fundamento de la orientación de la vida individual y colectiva.
Hoy, 25 de diciembre de 2025, la humanidad entera clama por revitalizar los Mandamientos esenciales, antes y más allá de la fe religiosa de cada uno.
Por eso, ya sea con fe ingenua o con filosofía profunda, nosotros los uruguayos debemos tomar muy en serio el mensaje esperanzado y comprometido de la Navidad.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.