Murió Jimmy Carter.
Desde 1977 a 1981, fue el trigésimo noveno presidente de los Estados Unidos. Y desde 1981 hasta que se le agotaron las fuerzas, fue el inspirador y el activo impulsor del Centro Carter, que se constituyó en faro y vigía de la democracia en el mundo entero, y en particular en nuestra América Latina.
Cuando asumió Carter, el 20 de enero de 1977, el Uruguay sufría una de las etapas más duras de la dictadura. Cuando Carter traspasó el gobierno a Ronald Reagan, el 20 de enero de 981, la dictadura había perdido el plebiscito de 1980 y la libertad asomaba en el horizonte. En esa etapa, el contexto se inspiraba en el ideario que predicaba Carter, centrado en los derechos humanos y obsesionado por la paz.
En realidad, Jimmy Carter fue un sencillo ciudadano que salió de cultivar maní en el Estado de Georgia y se convirtió por cuatro años en el presidente de la nación más poderosa de la Tierra. Prometió restaurar a Estados Unidos de la caída institucional de Watergate y la caída militar en Vietnam. Fundaba su promesa en la fuerza de sus convicciones de predicador cristiano en la escuela dominical de su iglesia evangélica.
Y fue con esas convicciones que, en su presidencia, Jimmy Carter logró la mayor victoria diplomática de su país en Medio Oriente: consiguió que Egipto e Israel firmaran los acuerdos de Camp David, gracias a los cuales las dos naciones han vivido más de 40 años de paz.
Con su amplia sonrisa y su juramento de no mentir, Carter se sentía un forastero que quería rescatar la política de Washington, en una época en la que la ciudadanía norteamericana había perdido la fe en el gobierno.
Ese propósito lo cumplió. Sin embargo, no fue reelecto porque el electorado rechazó las debilidades internas de la economía y la tardanza en resolver la crisis con Irán.
Pero cuando en 1981 perdió el poder presidencial, Jimmy Carter siguió siendo un gran servidor público del mundo entero. Consagró toda su energía al Centro Carter, para sembrar y vigilar la libertad, la democracia y los derechos humanos.
Supo ser la misma personalidad en la victoria y en la derrota, con el poder y sin él.
Es que Jimmy Carter supo vivir desde principios. Y eso vale en todos los rincones de la Tierra.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.