Estuvo en Montevideo y visitó al Presidente Lacalle Pou el señor Edmundo González Urrutia.
Su visita estuvo revestida por un profundo simbolismo y tuvo una trascendencia histórica.
Es que el distinguido viajero vive una peripecia sin precedentes: hace seis meses, pasó, en cortas horas, de ganador de las elecciones venezolanas a perseguido policial que debió exiliarse en España. Y pisó suelo uruguayo seis días antes de intentar regresar a Venezuela para reclamar que el 10 de enero se lo reconozca su derecho a asumir el cargo que le discernió la ciudadanía, impidiendo que Maduro prolongue su autocracia por seis años más.
Como se sabe, el señor González Urrutia es el candidato a la Presidencia de Venezuela que la oposición consiguió contraponer a Nicolás Maduro en las elecciones de julio pasado.
Según las actas que exhibió su coalición en las horas inmediatas al cierre de los comicios, González Urrutia le ganó claramente al dictador Maduro. Pero en la mismísima noche, el régimen chavista bloqueó la transmisión televisiva de los datos del escrutinio; y a las pocas horas proclamó ganador a Maduro, sin mostrar ningún acta que respaldase la pretendida victoria.
Para el gobierno nacional y para múltiples organismos internacionales, González Urrutia es el verdadero Presidente electo por los venezolanos. En esa condición fue recibido este fin de semana por el Dr. Lacalle Pou en Montevideo y por Javier Milei en Buenos Aires. Y en esa condición será recibido en este lunes 6 de enero por Joe Biden en Washington.
Escritor con fuerte cuño literario, abogado internacionalista con larga carrera diplomática, ciudadano que cultiva ideas alejadas de los extremismos, la lucha del señor González Urrutia merece respeto y apoyo. No lo inspira la ambición personal. Lo mueve el deber ciudadano de defender la soberanía de su pueblo, pisoteada por el fraude más escandaloso de este siglo.
Los uruguayos debemos estar siempre al lado de quienes sostienen esta clase de causas, que defienden la cristalinidad del modo republicano de vivir. Y debemos sentir particularmente el caso de Venezuela, no sólo por ser inédito en la historia, sino porque el pueblo venezolano -querido y hermano – debe enfrentar un fraude pútrido, que revive en nuestros días las tragedias griegas de hace 2.000 años.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.