Un niño de 13 años fue asesinado a tiros en el barrio Plácido Ellauri.
En la misma acción criminal cinco muchachos resultaron heridos: un chico de 11 años está hospitalizado muy grave, con una bala en el hombro izquierdo y otra bala en el abdomen. Un niño de 10 años resultó también herido de consideración y tres adolescentes de 14, 15 y 18 años salvaron la vida pero recibieron lesiones en las piernas.
Todos fueron primariamente atendidos en la policlínica de Capitán Tula y luego se los derivó al Hospital Pereira Rossell, al Hospital Español y al Hospital de Clínicas Manuel Quintela..
Trascendió que los heridos son familiares de un narcotraficante de la zona, frente a cuya casa se encontraban las víctimas cuando fueron agredidas a mansalva, sumando una salvajada más a la larga lista que venimos sufriendo.
El esquema es bien conocido: una banda manda herir y matar a los familiares –generalmente los hijos- del integrante de otra banda, sin miramiento, sin freno legal y sin sentimientos.
A fuerza de repetirse, la fórmula ya no sorprende: tan es así, que los noticieros no le dieron trascendencia a los hechos del barrio Plácido Ellauri.
Es que en el Uruguay de hoy, el crimen no es noticia. No sorprende la infamia de herir y matar niños y hasta bebés.
No sorprende, se repite semana tras semana, muestra el poder de asesinar, pero no debe generar costumbre ni deformarnos el alma en una resignación cómplices.
La vileza de estos crímenes nos impone el deber personal y ciudadano de condenarlos en conciencia y reclamar a las autoridades –las que están y las que vendrán- una acción enérgica que, aplicando a fondo la fuerza de la ley, acabe con la ola macabra que viene emponzoñando la vida del país.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.