El 23 de febrero de 1927 nacía en Villa Cañás, Provincia de Santa Fe, una niña que bautizaron Rosa María Juana, de apellido Martínez por el padre y Suárez por la madre.

         Llamada al cine en la primera adolescencia, pasó a llamarse Mirtha Legrand.

         Nacida antes del golpe de Estado de 1930, Mirtha Legrand atravesó todas las épocas de la dramática historia argentina; y en el pasado fin de semana celebró 98 años de vida volcada a su familia y al trabajo.

         Fue emblemática primera actriz del mejor cine romántico argentino. Fue actriz en teatro y televisión. Y desde hace casi medio siglo se convirtió en la conductora más arraigada del Río de la Plata, mezclando entretenimiento y cultura y diciendo siempre lo que piensa. Usando el poder de fuego de su discurrir, obtiene éxito y cariño de su público, pero merece mucho más que el aplauso y el rating: merece admiración como persona.

         Merece admiración, porque llega a los 98 años activa, vital y lúcida, preparando cada programa con una vocación que no tiene edad.

         Merece admiración, porque da testimonio de que, si la salud acompaña, es posible envejecer estudiando, trabajando y ascendiendo. Como bien le dijo en estas horas a Alfredo Leuco: “Estar activa y estar con el cerebro bien, con la mente, bien con la memoria: la vida ha sido muy generosa conmigo, y sigo disfrutando de todo: de mi trabajo, de mis amigos, de ver espectáculos, de mis compañeros, del país, de leer, de saber. Me gusta saber todo”.

         Mirtha Legrand es más que una consagración artística o periodística. Es un ejemplo viviente de forja de la personalidad. Es un ejemplo, sí, que cabe contraponer a la pereza mental, a la drogadicción y a los hastíos tempraneros que se hacen tratar como depresiones.

         En definitiva, el triunfo vital de Mirtha Legrand es el fruto de su cultivo de valores firmes. Es la victoria de la persona sobre sus dolores y hasta sobre su edad. Es el triunfo del arte y el trabajo sobre los datos iniciales de la niña que nació en Santa Fe como Rosa María Juana y hoy es respetada como Mirtha Legrand, amiga del Uruguay y cultora de la independencia personal.

         Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.