Se cumplieron ya 3 años de guerra en Ucrania.
Lo que pareció un combate relámpago con triunfo seguro de la invasión rusa a tierras ucranianas, se ha transformado en la peor guerra europea desde la Segunda Guerra Mundial. La peor: la más larga, la más sangrienta, la más sofisticada en su potencia destructiva.
Con motivo de este tercer aniversario, los gobiernos europeos rindieron homenaje a la resistencia de Ucrania y confirmaron su apoyo a la batalla que libra el presidente Volodímir Zelenski. En persona o por teleconferencia se hicieron presentes casi 40 líderes occidentales, entre ellos los jefes de Gobierno de Gran Bretaña, Japón, Canadá, España, junto a los representantes institucionales de la Unión Europea.
El mensaje de apoyo a Ucrania en su resistencia a la invasión rusa fue pronunciado por toda Europa, pero a la cita faltó Estados Unidos. Es que la Administración de Donald Trump no sólo ha puesto en duda la ayuda militar en los meses venideros —comprometiendo así el destino de la contienda— sino que, además, reclama a Ucrania dinero y accesos industriales en pago de los gastos de guerra y –lo que es más dramático- acusa al presidente Zelenski por el inicio de las hostilidades, con lo cual termina apoyando los argumentos de Vladímir Putin.
La realidad es que Washington cambió radicalmente de posición, abandonando a Ucrania, no sólo en el homenaje formal realizado en Kiez sino en la propia Asamblea General de la ONU, donde Washington presentó su propia resolución en la que NO condena la agresión rusa y se limita a pedir una resolución del conflicto.
Aquí, a trece mil kilómetros de Ucrania pero sintiendo próximos –y prójimos- a los caídos en la guerra, debemos renovar los votos por la paz y, al mismo tiempo, debemos deplorar la fragilidad de las alianzas y la liviandad con que un país de la dimensión de Estados Unidos apoya o suelta la mano, siguiendo el talante de su gobernante de turno.
Esta clase de volteretas le dicen a la humanidad que, 80 años después de terminada la Segunda Guerra Mundial, el Derecho Internacional está en pañales y que, como bien nos enseñó Artigas, “es muy veleidosa la voluntad de los hombres” y por eso hacen falta “las seguridades del contrato”, no sólo en nuestras comarcas rioplatenses sino en el mundo entero.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.