En las últimas dos semanas de cada año, en el Uruguay nos disminuyen las noticias políticas y de gobierno y, en cambio, nos crecen los hechos y los datos del turismo, de los espectáculos y del clima festivo que genera la entrada del verano.
Dolorosamente, este 2023 que está a 5 días de terminar, en vez de la alegría y la liviandad del estío entrante, nos golpeó con muertes absurdas y evitables que nos volvieron a confirmar las carencias que nos afectan desde hace más de una década.
Una señora de 62 años, su pareja de 52 y su hijo de 37 años murieron en un asalto feroz perpetrado en la Estación Floresta, a dos kilómetros del balneario del mismo nombre. Una joven de 26 años apareció asesinada a puñaladas, con señales de tortura, al costado de los rieles de la vieja estación Manga que atraviesan José Belloni*; y en su vivienda se encontró el cuerpo apuñalado de quien parece haber sido su pareja, en un episodio todavía no aclarado pero que parece vinculado a la drogadicción que azota a vastos sectores explotados por el narcotráfico.
En el mismo fin de semana, 3 jóvenes –de 26, 24 y 21 años- murieron en un choque frontal que se produjo en el kilómetro 63 y medio de Ruta 7.
Las muertes por crímenes y los fallecimientos por siniestros de tránsito se tabulan en estadísticas que se divulgan año tras año… pero no se reducen a números ni a contabilidades.
Puesto que cada persona es irrepetible e irremplazable, cada muerte debe sentirse, tanto más si ocurre en etapas juveniles de la vida y si sucede por acciones humanas que pudieron y debieron evitarse.
Por eso, no sólo debemos condenar los crímenes perpetrados en la Estación La Floresta y en Manga y no sólo debemos deplorar las infracciones vehiculares que sembraron tres muertes en la Ruta 7, entre San Jacinto y el Tala.
Además de condenar y deplorar, debemos llamarnos a la reflexión sobre la necesidad de reeducarnos en el valor de la vida y el deber moral de respetar al prójimo.
El Uruguay debe acometer una gran empresa de reeducación colectiva, inspirada por su culto de la personalidad humana y de los valores eternos que la sustentan.
Por eso, no basta ni la crónica con los detalles morbosos ni la medición de nuestras desgracias en inventarios mayoristas.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.
* José Beloni, como si fuera una sola ele.