Estamos a sólo 85 días del domingo 30 de junio y, como es natural, nuestro país ya está viviendo la campaña para las elecciones internas.

          Desde 1996, la Constitución Nacional derogó la acumulación de votos entre varios candidatos de un mismo partido y estableció la obligatoriedad de que cada partido elija en elecciones internas quién haya de ser su candidato a la Presidencia de la República en los comicios nacionales a cumplirse en el mes de octubre, cada cinco años.

          Con arreglo a la Constitución, la función de las elecciones internas es –como lo anuncia su nombre- dirimir qué figura ha de representar a su partido, estableciendo de paso qué tendencia predomina en cada colectividad.

          En definitiva, si son elecciones “internas” quiere decir que son elecciones de adentro de los partidos.

          Pero en los hechos no está ocurriendo así.

          Los equipos de campaña no se dedican tanto a ensalzar las virtudes de sus respectivos postulantes como a fustigar a los hombres y las actuaciones de los partidos opuestos.

          En los hechos, la campaña por las elecciones internas se transforma así en un gran ensayo general de elecciones nacionales, donde cada sector se empeña en destacarse por la contundencia con que ataca a la gestión cumplida por el conglomerado adversario.

          Por este camino, las internas están desnaturalizando la misión constitucional de reflejar la vida interior de cada partido.

          Esa desnaturalización no debe pasar inadvertida, ya que se suma a la realidad de que los partidos políticos no funcionan con una vida orgánica permanente y evolucionan más por desgajamientos de agrupaciones que por debates doctrinarios, que están haciendo falta para que el Uruguay se reencuentre en la fraternidad institucional que manda la Constitución, en vez de dividirse en bandos que se maltratan.

          En un mundo de más de ocho mil millones de habitantes, nosotros, con apenas tres millones y medio, debemos sentir el deber de vivir nuestra libertad con partidos políticos orgánicos y funcionantes y con elecciones internas cuyas campañas reflejen los matices DENTRO de cada partido, en vez de consagrarse a repartir acusaciones y denuestos entre los grandes bloques.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.