Con dos incidentes separados, el Comcar vivió ayer una jornada deplorable. El resultado fue un recluso muerto y tres reclusos heridos, de los cuales dos se encuentran en el CTI por haber recibido quemaduras graves.

El primer episodio fue una trifulca ocurrida en el módulo 10, sector A2.

Según informó el colectivo Nada crece a la sombra, que trabaja en pro de la reducción de la violencia dentro de las cárceles, el episodio se produjo cuando un presidiario de 40 años regresaba a su celda después de haber recibido visita. En el camino hubo una pelea y fue en medio de la reyerta que la víctima fatal recibió varias heridas de arma blanca que causaron su inmediato deceso.

Esto ocurrió –repetimos- en el módulo 10 del Comcar. Y en la misma jornada pero separadamente, en el vecino módulo 11 se provocó un incendio por consecuencia del cual resultaron quemados los tres reclusos de referencia.

Tanto se ha instalado la violencia en las cárceles, que episodios de esta índole parece que no fueran más noticia. De alguna manera, en el Uruguay nos hemos acostumbrado a la idea de que las cárceles son tierra de nadie. Y sobre todo, resulta palpable que ningún gobierno ha logrado dominar las cárceles, generando en ellas el clima de paz y trabajo que, por largas décadas, vivieron las viejas cárceles de Punta Carreta y Miguelete cuando dependían de lo que se llamaba Ministerio de Instrucción y Cultura y hoy es Ministerio de Educación y Cultura.

La primera gran constatación es que el manejo de las cárceles no debe quedar fuera de la órbita educacional, por la robusta razón de que el artículo 26 de la Constitución dispone que “En ningún caso se permitirá que las cárceles sirvan para mortificar, y sí sólo para asegurar a los procesados y penados, persiguiendo su reeducación, la aptitud para el trabajo y la profilaxis del delito.”

Esa finalidad sólo se logrará convirtiendo a las cárceles en institutos para el aprendizaje, el trabajo y la convivencia, en vez de mantenerlas como escuelas del ocio, la contaminación y el delito.

Es eso lo que nos manda la Constitución. Y es de eso que deben ocuparse nuestros gobiernos.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.