En la noche de ayer falleció el senador Adrián Peña. Murió en un choque frontal del auto que conducía por la ruta 36, en el corazón de su querido terruño canario.

          Nacido en Sn Bautista, Peña supo ser el primero en ocupar el cargo de Ministro de Ambiente, al que renunció honrosamente por un equívoco sobre su Licenciatura, que en definitiva fue avalada por la Universidad Católica. 

          Actualmente integraba el Senado, donde fue un interlocutor respetado por todos porque era un servidor público vocacional, con acendradas convicciones republicanas. Acompañó al economista Ernesto Talvi en su intento de renovación del Partido Colorado. Retirado de la política el efímero líder del sector denominado “Ciudadanos”, en Adrián Peña recayó la noble carga de manejarse con independencia. La asumió con modestia y señorío.

          Sin haberse criado en una familia política, la preocupación de Adrián Peña por la vida pública nació en la adolescencia. Cuando estaba en el liceo, admiró a José Batlle y Ordóñez por su esfuerzo para armonizar y unir la libertad con la justicia social. Y fue desde esa admiración que entró a la vida pública, logrando que su nombre se inscribiera en la línea de grandes escuderos del Departamento canario, como en el Partido Colorado lo fueron Luis Alberto Brause y Carlos Cicgliutti o lo fue en el Partido Nacional Walter Santoro.

          Por el valor de que un hombre de trabajo se dedique a la política –Peña era productor avícola-, la muerte de Peña enluta al civismo, que es una virtud que debemos cultivar por encima de banderas.

          Sabemos que todo ser vivo se encamina a su extinción, y sabemos que la muerte es imprevisible. Pero la vida de cada persona es irrepetible e irreemplazable. Por eso, es demasiado seria como para banalizar la partida de un ciudadano de servicio.

          Por eso, la abrupta partida de Adrián Peña debe recordarnos a todos –por encima de partidos- que, como enseñó Kipling, es nuestro deber “llenar el minuto implacable con el valor auténtico de 60 segundos de distancia recorrida”.

          En definitiva, la vida individual sobrevive en lo que dejó como ejemplo de entrega. Y en eso, el Licenciado Adrian Peña deja una estela de lucha y sacrificio que merece realzarse cuando tantos evitan compromisos y eluden luchas.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.