Apenas se divulgó, en la mañana del viernes, la noticia de que  el senador Adrián Peña había fallecido en un choque frontal ocurrido en la Ruta 36, todos los sectores políticos expresaron no sólo condolencias sino reconocimiento a la gestión, articuladora y conciliadora, que supo desplegar como legislador y como Ministro de Medio Ambiente.

          Desde todas las tiendas se reconoció en Adrián Peña a un servidor público que defendía con firmeza sus convicciones, pero siempre estaba dispuesto a escuchar y dialogar.

           En torno al luto súbito, las banderas de todos los partidos se inclinaron respetuosas. Enfrentadas a la muerte, las conciencias de los adversarios se elevaron a la zona donde palpitan valores comunes. En declaraciones verbales o en mensajes en redes, quedó constancia no solamente de la consternación ante la partida de un hombre joven con amplio porvenir en las filas batllistas de su Partido Colorado. Además, quedó constancia de que en el Uruguay tenemos –en común, vivos y vigentes- los valores humanos en que se asienta la Constitución de la República.

          Ese es un gran bien que quedó a la vista en las horas inmediatas al siniestro fatal que tronchó la vida de Adrián Peña: un gran bien que existe en el inconsciente colectivo, pero muchas veces queda sepultado por la aspereza de las acusaciones y por la fiereza de las luchas por el poder.

          El Uruguay ha dado múltiples pruebas del civismo fraternal con que sabe respetar al contendor, pero en muchos tramos le da rienda suelta a la brutalidad, la grosería y el fanatismo, cuyos malos ejemplos nos llegan de un mundo desorientado y conturbado..

          Para evitar que la maleza se expanda, deberemos cultivar la fraternidad no sólo ante la muerte sino en los actos corrientes de nuestra vida diaria.

          De modo que, en un mundo de 8 mil millones de habitantes, este pueblo de apenas 3 millones y medio conserve su identidad, rechazando lo inhumano que nos impide abrazarnos por encima de bandos, por encima de trayectorias y por encima de nosotros mismos.

          Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.