Una amplia crónica de la periodista Paula Ojeda en el diario El País relató cómo un joven que estuvo dos años denunciando la violencia de su concubina, terminó brutalmente asesinado por ella el 29 de febrero de 2024, hace un año y un mes.

El muchacho declaró a la Policía que ella le pegaba tanto a la hija como a él. Su madre denunció que la mujer lo amenazaba con que, si él se iba de su casa, ella lo iba a asesinar.

En un proceso en que actuó la Fiscal Dra. Adriana Edelman, la jueza Dra. Viviana Galleto condenó a la asesina a la pena de 11 años de cárcel por haber cometido un homicidio muy especialmente agravado por el vínculo de pareja.

En el último día de febrero de 2024, la víctima salió de su vivienda hacia un patio, pretendiendo irse, y la mujer lo siguió y terminó asestándole una puñalada que resultó letal-

No aparecieron elementos que demostraran que la víctima la hubiese agredido.

La pericia psiquiátrica indicó que la condenada tiene un “mal manejo de la ira, la impulsividad y baja tolerancia a las frustraciones”, y por eso “siempre quiere ganar las peleas o discusiones”.

Tras analizar toda la probanza, la Fiscalía concluyó que la agresión final partió de la mujer, a quien el Juzgado mandó cumplir 11 años de penitenciaría.

Como todo crimen, el hecho fue patético. Y como todo crimen, merece repulsa y condena moral y legal, por encima de que en este caso la víctima haya sido un hombre y en muchos otros casos la víctima sea una mujer.

Por civilización, es tan exigible el respeto del hombre a la mujer como de la mujer al hombre, ya que el verdadero principio que debe regirnos desde el Derecho -y desde nuestra moral viva- es el de igualdad a partir de una inspiración primaria de amor al prójimo, que debe inspirar tanto a las parejas que duran décadas como a las relaciones libres de parejas inestables.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.