Impactan los datos que difundió el Director del Instituto Nacional de Estadística, Licenciado Diego Aboal, ya que –como consignamos ayer- la población nacional se sitúa en apenas 3:444.263 habitantes, con un crecimiento de sólo 1 % en el período 2011-2023.

El alto funcionario explicó que las perspectivas son que la población se reduzca, salvo que se impulsen fuertes corrientes de inmigración. El pronóstico de reducción se funda en que, al mismo tiempo, la natalidad baja y el envejecimiento sube.

Sí: tenemos la fortuna de que hubo 822 personas censadas con más de 100 años y hubo 26.000 personas registradas con más de 90 años. El dato es alegre, porque habla de una positiva prolongación de la vida, pero se torna preocupante al venir acompañado de una caída en la natalidad, que hace que en los últimos años las defunciones hayan superado a los nacimientos.

De hecho, si no hubiéramos contado con los aportes migratorios del Caribe y de la hermana Argentina, habríamos arrojado un crecimiento abiertamente negativo.

En respuesta a este cuadro, en las últimas horas ya ha empezado a hablarse de  reexaminar políticas económicas para las próximas décadas.

A nuestro juicio esas políticas públicas deberán tener elementos económicos pero NO SÓLO ECONÓMICOS porque la baja de nuestra población no es tanto el resultado de hechos económicos como la consecuencia de vivir con poco entusiasmo, con las familias desorganizadas, sin grandes metas colectivas y sin místicas que nos levanten el ánimo. Y a eso se suma que estamos aceptando que al costado nuestro pulule gente con pésima calidad de vida en la calle, por efecto de la drogadicción.

Por todo eso, para crecer como población y como nación, debemos recuperar ideas claras que muchas veces nos dieron grandeza y debemos recobrar la idealidad humanista, sin la cual ninguna política económica genera personas fuertes y firmes ni pueblos vigorosos y triunfadores.

Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.