El año dos mil veintitrés se cierra en el Uruguay dejando grandes temas abiertos y con batallas y sufrimientos en curso.
El principal de esos temas es, –sin duda alguna,- el déficit en seguridad.
Las carencias en esta materia afectan no sólo a las muchas víctimas de homicidios acumuladas en el 2023 que se nos va. En realidad, nos conmueven a todos, no sólo por el valor irrepetible de cada persona herida o muerta, sino porque afectan nuestro modo de vida y nuestro propio ser, ya que el martillar sanguinolento de la crónica policial diaria nos hunde en hastío y náusea por repugnancia por los horrores de la criminalidad.
Todos sabemos que es difícil y duro combatir el crimen organizado, que maneja una amplísima red internacional de recursos financieros y logísticos- Pero no todos se dan cuenta de que mucho más difícil y duro es impedir el asesinato súbito, que surge abruptamente por odios o resentimientos que corroen la intimidad de vínculos que escapan a la ley y no puede controlar la policía.
La epidemia de criminalidad no es una desgracia que se presente únicamente en el Uruguay: el mismo azote lo sufren varios países del hemisferio norte, que son económicamente mucho más “desarrollados” que nuestra Banda Oriental. Eso quiere decir que la causa de la criminalidad no está en la economía y que, por tanto, la solución no puede esperarse de que llegue el siempre prometido “desarrollo”.
Por tanto, es tiempo de darnos cuenta de que la criminalidad nace en la falta de cultura y de reflexión, por lo cual hay que combatirla en los sentimientos y en la cabeza de los niños y los adultos, restableciendo la básica distinción entre el bien y el mal y enseñando a despreciar los éxitos fáciles y la riqueza mal habida.
Es falso que no puedan esperarse resultados inmediatos de la educación. Una campaña bien planteada en la enseñanza y en los medios de comunicación convence por evidencias y rescata a muchos en muy corto tiempo.
Por eso, a la hora de brindar por el Año 2024 de la era cristiana, debemos levantar no sólo las copas y los vasos. Debemos levantar el alma, para amar al prójimo como a nosotros mismos y para tener fe en la educación como preventivo espiritual contra la infamia de asesinatos que hoy nos estremece.
Es que en la cultura y la educación se nos ilumina la fuente de la mejor esperanza para el Uruguay que vendrá.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.