Se inauguró oficialmente el nuevo ferrocarril que, partiendo desde Pueblo Centenario (Durazno) trajo al Puerto de Montevideo 832 toneladas de pasta de celulosa, poniendo en marcha el proyecto mayor de UPM.
En acto formal, el ministro de Transporte y Obras Públicas José Luis Falero, recalcó el valor trascendental de que “el transporte ferroviario vuelva a cumplir un rol fundamental dentro de una política de desarrollo del país”. Y recordó, con justicia, que la puesta en marcha del Ferrocarril Central “es un logro muy importante” que culmina un proceso que inició “la administración anterior” –del Frente Amplio- y-dijo el Ministro “lo continuamos nosotros” pese a múltiples dificultades.
Pero por encima de la inauguración y más allá de las dificultades –y las discrepancias-, se alza no sólo la realidad de que el Uruguay exportó más de 2.000 millones de dólares en celulosa. Resplandece algo todavía más importante que esa friolera de dólares, a saber, la verdad histórica de que nuestro país sabe generar progreso a distancia, con la participación de sucesivos gobiernos de partidos opuestos.
La forestación de los campos aptos fue tema nacional ya en el informe de la CIDE –año 1964- y fue motivo de la extensa ley 13.723 que en el año 1968 promulgó el Presidente Jorge Pacheco.
En la misma línea, en 1987 –en el primer gobierno posterior a la dictadura- el presidente Sanguinetti promulgó la ley 15.939, con 72 artículos, y esa ley impulsó el “interés nacional del desarrollo de las industrias forestales y, en general, de la economía forestal”
Bajo el gobierno del Dr. Lacalle Herrera se expandió la plantación de especies aptas para la industria de la celulosa.
En el año 2004, siendo Presidente Jorge Batlle, se iniciaron contactos con la industria de Finlandia. En el período siguiente, siendo Presidente el Dr. Tabaré Vázquez se instaló la papelera Botnia en las cercanías de Fray Bentos y la industria forestal siguió expandiéndose, abriendo una segunda planta y planificando la tercera planta con la carga para el Uruguay de construir la línea férrea que entró en funciones en la semana pasada.
Una mirada histórica nos enseña, pues, que la industrialización forestal ha sido una política de Estado, donde cada gobierno ha dado un golpe de timón pero donde todsos los gobiernos han buscado el objetivo de crear riqueza.
Si todo ferrocarril simboliza movimiento, el ferrocarril atado a la forestación es más que un símbolo, es un testimonio, de que en nuestro Uruguay es posible discutir y atacar, pero también es posible ponernos de acuerdo.
Y ese es un bien que debemos buscar siempre, los más posibles.
Así lo siente y así lo afirma Radio Clarín.