Nicolás Maduro y sus laderos han terminado por poner a la vista del mundo entero que su gobierno no es ni una democracia ni un populismo personalista, sino una dictadura lisa y llana.
Ha convocado elecciones para el 28 de julio próximo. Pero ha colocado toda suerte de trabas para impedir que la oposición designe el candidato que quiera y tenga la oportunidad de ganarle en comicios limpios y leales.
A la representante natural del antichavismo, María Corina Machado, la sacó de la batalla por decisión de tribunales con apariencia jurídica pero carentes de independencia.
Descartada la señora Machado, la oposición al régimen designó a la señora Corina Yoris, una profesora de filosofía inobjetable como persona. En vez de respetarla como manda la democracia, la descartó disponiendo que su inscripción se efectuara por vía informática, pero bloqueando la entrada al sistema hasta que venció el plazo.
Con esa simple maniobra –que sería pueril sino fuera abiertamente dolosa y fraudulenta- echó por tierra la tenue esperanza que podía tener el pueblo venezolano de que su destino se resolviera en urnas limpias y leales.
Tan flagrante es la situación que al régimen de Nicolás Maduro no ya no lo condenan sólo los gobernantes que le eran adversos –caso de nuestro Presidente Dr. Lacalle Pou.
Lo critican y hasta lo fustigan también dirigentes con prestigio continental que fueron aliados del chavismo, como el jefe de Estado brasileño, Luiz Inacio Lula Da Silva, el Primer Mandatario colombiano, el ex guerrillero Gustavo Petro y nuestro ex Presidente José Mujica.
Lula afirmó que los impedimentos para la inscripción de la candidatura de la opositora Corina Yoris en Venezuela, son “graves” y que no hay “explicación política ni jurídica” para que la aspirante no pudiera inscribirse ante el Consejo Nacional Electoral venezolano.
Gustavo Petro, que ayer visitó Caracas, dijo abiertamente que la inhabilitación de Machado era “un golpe democrático” y reclamó “mantener los derechos políticos de toda la ciudadanía”.
Y José Mujica dijo ante el mundo “En Venezuela hay un gobierno autoritario y se lo puede llamar dictador o llámenlo como quieran”.
En definitiva, ningún disfraz cambia la diferencia entre dictadura y democracia, porque, como enseñó Artigas hace más de dos siglos, “La cuestión es entre la libertad y el despotismo”.
Así lo siente y así loa firma Radio Clarín.