Se están cumpliendo los 200 años del abrazo del Monzón, por el cual el Gral. Fructuoso Rivera se incorporó a la Cruzada Libertadora de los Treinta y Tres Orientales que acaudillaba el Brigadier General Juan Antonio Lavalleja.
Las conmemoraciones de estos días surgen particularmente desde el Partido Colorado. Es lógico, porque el Gral. Rivera -primer Presidente constitucional de la República- fundó y acaudilló al cintillo colorado desde que nacieron los partidos tradicionales, en la batalla de Carpintería librada en 1836.
Pero la incorporación de Rivera a la Cruzada Libertadora es un hecho que no tuvo signo partidario, y llama a la meditación y la reverencia antes y más allá de las diferencias partidarias.
Tan sólo diez días después del desembarco de los Treinta y Tres en La Agraciada, en aquella Banda Oriental sin teléfono y sin telégrafo, donde no había más correo que algún chasque más o menos diestro, se encontraron los dos compadres y se aunaron para darle un destino propio a la patria.
Rivera había servido desde el batallón de Dragones, a las órdenes del Barón de la Laguna Carlos Federico Lecor, jefe impuesto por el invasor lusitano devenido servidor del emperador de Brasil, Pedro I.
Y fue con el batallón de Dragones entero que Rivera se puso a las órdenes de Juan Antonio Lavalleja.
Lincoln Maiztegui señaló que “Fue tan importante el pasaje de Rivera a la revolución que los patriotas llegaron a las murallas de Montevideo sin disparar un solo tiro y Lecor solo atinó a refugiarse en la plaza, casi inexpugnable”. El arraigo de Rivera en la campaña se había profundizado en los años de la dominación lusitana. Había guardado el orden y amparado a su gente. Todos sabían que en algún momento el caudillo se levantaría. Y cuando ello ocurrió, los brasileros perdieron pie en todo el país.
Después del abrazo del Monzón, se convoca a la Asamblea en la Piedra Alta de Florida y se declara la Independencia el 25 de agosto, con el sentimiento oriental unificado. Hacía ya cinco años que Artigas se había exiliado en el Paraguay, pero la unión de Rivera y Lavalleja le dio unidad al sentimiento oriental que iba a signar la independencia de la República constituida a partir del 18 de Julio de 1820.
Todo lo cual merece no sólo recuerdo sino compromiso de retomar el ejemplo unificador que nos impartieron los fundadores.
Así lo sienta y así lo afirma Radio Clarín.